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Crecimiento poblacional

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Después de tres años de continuado descenso, la población cubana creció en 6 mil 529 habitantes en el año 2009, según el Anuario Estadístico de Cuba, publicado a finales de mayo de 2010.  Las proyecciones sobre la dinámica demográfica indican que este año volverá el decrecimiento, llegándose a 11 millones 235 mil 863 habitantes; tendencia a la disminución que se mantendrá en los próximos 10 años.

Entre los  factores que permitieron el ligero incremento demográfico se encuentra la tasa de natalidad, que de 10,9 nacimientos por mil habitantes en 2008, pasó a 11,6 el pasado año. La mortalidad general se mantuvo en 7,7 por mil habitantes, aunque hubo un pequeño engrosamiento de la mortalidad infantil de 4,7 a 4,8 por mil nacidos vivos, una tasa que se mantiene baja debido a la prioridad en los cuidados de asistencia médica brindada a las embarazadas.

También este indicador es resultado de la reducida tasa de natalidad en comparación con los niveles existentes en los años 1960 -un 65,0% inferior- y de constituir la más baja en Latinoamérica en el período 2005/2010, lo que facilita concentrar los recursos en la atención a un menor número de nacimientos. Además, están presentes altos índices de interrupciones, sobre lo cual no se publican datos, aunque se estima son elevadas.

En adición, la considerable cantidad de ciudadanos que se marchan del país incide sustancialmente en el decrecimiento poblacional; fenómeno que se produce a pesar de las enormes restricciones impuestas por el gobierno para la salida de nacionales hacia el extranjero.  En el período 2004-2009 el saldo migratorio externo fue de -210 331 personas, lo que equivale a más del 50,0% de la población actual de la provincia de Cienfuegos. La  migración externa indicada en 2009 fue de -36 564 personas y permaneció al mismo nivel que en 2008, de -3,3 personas por mil habitantes.  El continuo éxodo de compatriotas en busca de una mejor vida, fundamentalmente en Estados Unidos, representa una constante pérdida, en especial de ciudadanos calificados y, por ende, de los recursos invertidos en su formación.

La población cubana, junto a los elementos descritos, tiene un índice de esperanza de vida al nacer de 78,3 años, algo inferior en el área a Costa Rica, Chile y Puerto Rico, una característica que ya poseía en la zona con anterioridad a 1959.

Como consecuencia de estos antecedentes, en 2009 se aprecia la continuación del envejecimiento demográfico. El 17,5% de los habitantes tenía más de 60 años al final de ese período, según los datos ofrecidos por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).  Estudios oficiales prevén que la tendencia al envejecimiento proseguirá, y en 2020 más de la quinta parte de la población cubana pertenecerá a la tercera edad (21,6%). Ello demandará enormes cantidades de recursos para afrontar las necesidades de hospitales, asilos y otras obras requeridas. Asimismo, aumentará la carga sobre la población económicamente activa, en un país donde los niveles de productividad son extremadamente bajos, serio problema reconocido por las autoridades. Cabe mencionar, por su importancia, el constante crecimiento del fondo de pensiones, que desde hace tiempo supera considerablemente el aporte de los trabajadores a la seguridad social, a pesar de que la pensión media mensual no rebasa el equivalente a 10 dólares.  

El gobierno, presionado por este preocupante panorama demográfico, ha  elevado las edades de retiro de los hombres a 65 años, y de las mujeres a 60. Esta  medida representa un paliativo económico, pero no una solución.  La verdadera solución estaría a largo plazo en la elevación de las tasas de natalidad, hoy muy bajas porque las familias no pueden reproducirse en un ambiente de tantas escaseces y carencias de todo tipo, en especial alojamiento y alimentación, y que los cubanos tengan estímulos para permanecer en el país, hoy sumido en la miseria y  la desesperanza. 

Por otra parte, habría que crear las condiciones para lograr una creciente elevación de los niveles de productividad y la creatividad de  los ciudadanos, pero actualmente esto es imposible por la falta total de estímulos laborales, en especial los bajos salarios.

En el entorno de crisis que vive la nación, es difícil resolver los serios problemas demográficos, entre otros no menos complicados. Para enfrentar esa bomba de tiempo, la solución indispensable reside en la modificación radical del disfuncional sistema económico imperante que impide cualquier avance.




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