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Honor merecido

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Es inobjetable que las Damas de Blanco constituyen hoy un factor cardinal dentro de la lucha cívica a favor del respeto a los derechos humanos en Cuba. Haber soportado con tal estoicismo los más severos ataques de las fuerzas represivas desde el comienzo de sus actividades en abril del 2003, es suficiente para calibrar su entereza moral y la integridad de sus convicciones. Nada ha podido detener su decisión de marchar por las calles exigiendo la libertad de sus familiares presos.

Amenazas con ser llevadas a la cárcel, brutales asedios de las turbas parapoliciales, pretensiones de minar la cohesión interna a través de la provocación y el chantaje. Todos los ardides usados en su contra han terminado en el fracaso.

El uso desproporcionado de la fuerza contra un grupo de mujeres que portan flores durante sus jornadas de protesta, y callan ante la andanada de insultos y empujones, ha tenido para el régimen un alto costo político. En la medida que decrece el prestigio del gobierno a partir de su intransigencia, el ejemplo de las Damas de Blanco se traduce en mayores reconocimientos internos y externos.

Recientemente, el Patronato de la Fundación Miguel Ángel Blanco, con sede en España, les concedió el décimo tercer Premio Miguel Ángel Blanco a la  Convivencia 2010, a partir de la labor pacifica que realizan en busca de la libertad de los presos de conciencia.

En la larga historia de la lucha contra el totalitarismo nunca se habían tomado las calles de forma permanente, como plataforma para exigir los derechos fundamentales del pueblo cubano. No obstante, las Damas de Blanco han logrado romper con una advertencia todavía repetida por los medios de comunicación oficiales.

Es obvio que la calle ya no es “sólo para los revolucionarios”. Como es conocido, la palabra revolucionario es usada para calificar a las personas que acatan los preceptos ideológicos del poder. 

Desde hace más de 7 años, decenas de mujeres arropadas con el color de la paz, han dejado claro que no van a aceptar esa orden, sean cuales sean las consecuencias.

Un análisis objetivo de esa frase serviría para darle un mejor sentido al término revolucionario. En este caso, las Damas de Blanco, con su actitud, develan su esencia transformadora frente al poder reaccionario de una claque de dirigentes anquilosados en una ideología inútil. ¿De qué lado quedan  los verdaderos pilares del progreso, la justicia y la evolución hacia el desarrollo integral del ser humano?

Bien merecido el reciente galardón otorgado a las Damas de Blanco, que con su perseverancia y coraje, han puesto al desnudo a un gobierno que hace tiempo perdió la brújula del sentido común.

oliverajorge75@yahoo.com



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