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De cartas y de firmas

Luis Cino, PD

LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Como si fueran pocas las divisiones entre los que se oponen a la dictadura, ahora mismo hay una nueva fractura (¡otra más!) a propósito de la carta de 74 opositores cubanos que piden al Congreso de los Estados Unidos el levantamiento de las prohibiciones a los ciudadanos norteamericanos para viajar a Cuba. 

Nadie solicitó mi firma, pero no habría tenido inconveniente alguno en firmar la carta. Estoy absolutamente a favor de todas las libertades y derechos de todo tipo de todas las personas del mundo. Por supuesto que también del derecho de los norteamericanos a viajar a Cuba o a donde se les antoje. Sólo que sería mucho más importante y urgente exigir primero el fin de las prohibiciones de viajar para los cubanos. No me refiero solo a la tarjeta blanca  concedida por el Ministerio del Interior para salir del país y a los permisos de visita que se tienen a bien otorgar los chantajistas de las embajadas cubanas en el exterior a quien estimen conveniente. También hablo de la ley cuasi-nazi que permite a las autoridades deportar a sus provincias a los orientales que vienen a la capital en busca de mejorar un poco sus condiciones de vida. 

Todo eso preocupa más que las discusiones y los cabildeos en el Congreso de los Estados Unidos. No vaya a ser que en ponernos de parte de los intolerantes o los conciliadores, entre cartas y firmas, en el intento de mandarnos mutuamente a cerrar la boca, pestañeemos y perdamos la oportunidad de hacer por Cuba lo realmente útil y necesario. 

No me canso de aconsejar a las personas que quiero que abran bien los ojos antes de firmar algo. En estos tiempos confusos del pre-post-castrismo que dice Alfredo Guevara (mientras más viejo, más zorro y lúcido hasta donde puede serlo) hay que tener mucho cuidado con lo que se firma. Da igual si es un documento traído -de la mano o por los pelos- por opositores de verdad o de mentiritas, que un acta de advertencia de la PNR. 

El único documento que recomiendo firmar sin vacilar, con la tinta más fuerte posible, es cualquiera que pida la liberación de los presos políticos y de conciencia. Sin trapisondas ni componendas.  

Si de dolor se trata, duele ver en qué condiciones salió de la cárcel Ariel Sigler Amaya. Que no me vengan con el cuento de los gestos de buena voluntad. Basta de pedir votos de confianza para los que siempre nos han engañado. Liberar a Ariel Sigler era lo menos que podían hacer sus cancerberos para al menos intentar probar que les queda siquiera algo de humanidad. Los traslados de presos, hasta ahora, son pura parafernalia para ganar tiempo, sabrá Dios para qué. Ojala demuestren lo contrario,  que liberen al menos a los presos más enfermos y salgan del callejón sin salida en que han convertido con su mezquina intolerancia, por muchos cuidados intensivos que le den, la huelga de hambre de Guillermo Fariñas.  

Sólo eso. Se trata de quedar bien con nuestra vergüenza. No hablo de degollar mensajeros ni de hacer leña de las palmas. No me regodeo en el infortunio y me aterran los martirologios. No monto el timbiriche de los perdedores  ni me apunto en la lista de los arranca-pescuezos. Pero advierto que no cuenten conmigo para jugar ninguna base en  la novena manigüera de las señitas al régimen.

luicino2004@yahoo.com  



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