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¡Ahora te quejas con tu delegado!

Vicente P. Escobal

MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org –

Amigo lector:

Permítame presentarme. Soy lo que llaman un cubano “de a pie”. No sé realmente que significa en términos prácticos esa expresión, porque casi siempre yo ando pedaleando mi bicicleta o haciendo una interminable cola a la espera del camello o de cualquier otra bestia que pueda o quiera trasladarme al sitio donde necesite llegar.

Pero dejemos a un lado las aclaraciones de lo que soy o no soy y vamos al grano. Recientemente la prensa oficial publicó unas estadísticas con resultados de las “elecciones”.

Tú sabes, amigo lector, que el régimen cubano manipula las estadísticas y ofrece datos muy difíciles de verificar. A ese régimen le horrorizan los números. Si lo sabré yo, que llevo 51 años leyendo y oyendo mentiras por todas partes. Por eso siempre he dicho que los planes de producción y las grandes hazañas productivas en este país se cumplen en los noticieros y en los periódicos.

Yo conozco a mi gente. Y la conozco muy bien. Sé -- porque la he padecido en carne propia – como funciona esa cosa horrible conocida como “doble moral”. Pero a pesar de eso, me llama la atención que de 8 millones 468 mil 100 compatriotas que podían votar, no votaron 448 mil 800 y se depositaron en las urnas 722 mil boletas anuladas o en blanco. Eso es síntoma de algo, ¿verdad? ¿Sera por eso que ahora se viraron para la Iglesia?

De los que no fueron a votar, tal vez solo el 10% se vio impedido por imprevistos. Esto quiere decir que a algo más de 400 mil cubanos les importó un pepino la permanente y cansona publicidad mediática y enfrentaron las “elecciones” sin máscaras ni disfraces.

¿Significa eso que el 94.7% fue realmente patriota? ¡Ni pensarlo, compay, ni pensarlo! No olviden que yo conozco a mi gente y muchos fueron a votar para no marcarse, para quitarse de encima a los soplones del comité, para evitarse problemas en el barrio o porque en su centro de trabajo o estudio estuvieron todo el tiempo con la matraquilla de las elecciones. Y en ese 94.7% están incluidos también los bisneros, los vendedores de pacotillas, las jineteras y sus amos, y también los que esperan la Tarjeta Blanca para marcharse del país, entiéndase del manicomio.

Pero lo que más me indigna, y es síntoma del terror implantado en la sociedad cubana, es el hecho de que muchísimas de esas personas que acudieron al llamado y que no creen ni un milímetro en las “bondades” del sistema, no aprovecharon la oportunidad para enviar su mensaje de rechazo a esa pantomima electoral, a esa caricatura de democracia.

¿Y sabes tú, amigo lector, como pudieron haberlo hecho? Muy sencillo: anulando la boleta o simplemente dejándola en blanco. La anulación de una boleta – marcando una cruz a todo lo largo y ancho de la misma o escribiendo alguna frase como estas: ABAJO EL COMUNISMO o LIBERTAD PARA LOS PRESOS POLITICOS o YO RESPALDO A LAS DAMAS DE BLANCO o YO NO COOPERO CON LA TIRANIA— repito: la anulación de una boleta ya no podría interpretarse como un “error del votante” porque mil veces los voceros del régimen insisten en que solo se puede votar por una persona.

El voto en blanco es un mensaje mucho más fuerte. Quiere decir que Juanito, María, Pedro, Fidel o Raúl son todos la misma bazofia, que ninguno va a poder hacer absolutamente nada por acabar con esta tragedia. Hay muchos cubanos, incluso vecinos míos, quienes aseguran que eso pudiera prestarse para que una vez abiertas las urnas alguien marque por A o por B. Eso es difícil, compay, porque el conteo de las boletas, en un intento por presentarlo como un proceso transparente, es público, a la vista de todo aquel que quiera participar. Yo, para que no me hagan cuentos, he ido muchas veces al colegio de mi circunscripción a la hora del recuento de las votos.

Pues bien, a pesar de que previamente yo había comentado estos detalles con muchas de mis amistades, luego de las elecciones les pregunté por quién habían votado, y de 10, ocho me respondieron que “por la mujer, o por el más joven, o por el mulatico del bigote, o por cualquiera…” ¿Puedes tu, inteligente amigo lector, razonar esto?

Yo, que llevo medio siglo soportando trampas, embustes, patrañas y exageraciones rápidamente les añadía: “Pues bien, ahora cuanto tengas cualquier problema, cuando se caiga el techo de tu casa, cuando las aguas albañales inunden tu habitación, cuando no tengas un trozo de pan para llevar a tu mesa, cuando a tu hermano lo lleven a la cárcel por pensar diferente, cuando tu pequeño hijo te pregunte qué cosa es un peso convertible, no vengas a comentarlo conmigo ni a quejarte de esto o de aquello frente a mi , porque cuando tuviste la oportunidad de quejarte, no la aprovechaste. Ahora, te quejas con tu delegado”





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