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Un beso a la esperanza

Eugenio Leal

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Como parte de las festividades por el aniversario 135 del hotel Inglaterra, se efectuó en horas de la tarde del pasado 3 de junio, la apertura de la exposición Un beso a la esperanza, del artista plástico Rigoberto Alcalá (Ciudad de La Habana, 1971).

Alcalá, a los 12 años, cursó el taller de pintura en la Casa de la Cultura de Arroyo Naranjo, Justo Vega. A los 16 integró durante 5 años (1988-1993) el grupo de artesanía, pintura y cerámica Chamote Cosión, con el educador Juan Carlos Santana. Desde el año 2005 pertenece a la comunidad artística Yeti, que preside el maestro de Villafaña.

También Alcalá ha realizado una veintena de exposiciones personales entre 1996 y 2010. Se destacan: Formas para un sueño, cerámica y pintura en la galería Juan David, 1996; Trazos para despertar, en Ciudad Libertad, 1997; Mi verdad, dentro del marco de la Semana de la Cultura, en Expocuba, 2003; Huroneando con Carlos Enrique, casa Hurón Azul, 2005; Sociedad Civil, en la residencia de la señora  Kathleen Duffy, funcionaria de la Sección de Intereses de los Estados Unidos, 2009.

También fue finalista de las muestras colectivas en los concursos Combate, en la Galería Her-Car, 2008; Salón Religioso, del Centro de Arte del municipio Boyeros, 2009, y Salón Playa, en la galería Servando Cabrera Moreno, 2009.

Su obra alude a la naturaleza presente en las figuras femeninas. La sensualidad de las líneas que se integran con el brío del corcel nos transmite la fuerza vital de la creación, la armonía y complementariedad de la vida. Esto se refuerza con la multiplicidad de dos tipos de flores: el girasol y la rosa. El girasol encarna la energía del astro rey. La rosa posee un simbolismo amplísimo: representa la copa de la vida, el Grial, el alma, el amor y la perfección realizada. Es el mandala (en sánscrito: círculo) o centro místico tanto en el hinduismo como en la religión islámica y el cristianismo.

El inmueble donde se expone la muestra se inauguró el 23 de diciembre de 1975, al fusionarse las instalaciones allí existentes: el restaurante Inglaterra, Le Grand Hotel y el café El Louvre. Este último contiguo a la calle San Rafael, cuya esquina pasó a designarse con el nombre del local, y por extensión toda la acera, famosa por ser el lugar de reunión de la juventud habanera de fines del siglo XIX.

Hoy, el ciudadano no tiene posibilidades económicas de alojarse en sus habitaciones o entrar a tomar un refresco. Así mismo, faltan opciones para los proyectos de vida. Por eso, resulta significativo el nombre de la muestra. Nos evoca dos sentimientos escasos en nuestra lacerada nación: el amor y la confianza, necesarios para realizar las transformaciones que nos inserten en el porvenir.




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