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Mi casa 

Yosvani Anzardo Hernández 

HOLGUÍN, Cuba, junio (www.cubanet.org) -  Los problemas en mi casa suelen remediarse con pocas palabras. Normalmente no me inmiscuyo en las broncas entre mis hijos y mi esposa; al final ella gana. Israel, mi hijo de 7 años, formó un estira y encoge a la hora de comer porque a él no le gusta el color amarillo del arroz con pollo. El muchacho no entendía de razones. Que si es el achote. Que si la gente  no tiene que comer. Mi mujer entonces, para acabar con el berrinche, tiñó el arroz, no de amarillo, sino de azul (nadie sabe con qué lo hizo). Entonces dije:
-Sírveme arroz con pollo azul.   

Desde entonces en mi casa el arroz con pollo es azul, aunque notamos la extrañeza en la cara de las visitas cuando mi esposa dice: "Este arroz quedó con un tono azul pollito precioso.

La leche es otro problema, si no es de vaca mi hijo no la toma. La niña sí come cualquier cosa. Uno de esos tantos días en que no se pudo resolver la de la vaca mi esposa preparó leche en polvo y le dijo al niño: 

–Tómatela que es de vaca. 

-Sí, muchacho –le dijo la niña–. Acabadita de ordeñar del paquete. 

Y ahí mismo se frustró el intento. 

No obstante, no nos dejamos vencer porque no todo es irremediable. Como duermo de día, paso la noche en vela, y cuando llega la visita la castigo, sin querer.

Después de la visita de un amigo de La Habana, decidimos cambiar el horario y adoptamos el de Costa Rica. Así, cuando en Cuba son las doce, en mi casa son las diez. Mis amigos lo saben y cuando miran los relojes de mi casa, le suman dos horas.  

Nosotros buscamos soluciones, no sé por qué razón la gente aquí no domina los puntos cardinales, y si dices: “Mira, toma esa calle y sigue subiendo buscando el noroeste hasta encontrar la terminal de ómnibus; es como decirles: arréglatelas como puedas. Entonces ideamos una solución, y en el patio puse flechas de madera indicando Berlín, San José, Miami. Ahora le digo a la gente: Fíjate bien, coges rumbo a Berlín y llegas a la terminal de trenes. San José te indica la salida para Santiago, y Miami te enrumba para Holguín. Y todos entienden, tal vez por estimular la idea de estar saliendo del país. Claro que siempre alguien complica las cosas.  

Si de un tema me gusta hablar es de la reconstrucción de Cuba para que nadie tenga que irse, y una vez, después de darme gusto un par de horas hablando sobre el tema, el guajiro bailarín que había escuchado en silencio preguntó:  

–Ven acá, ¿y en esos planes tuyos no hay una carretera para mejorar la transportación hacia Miami?  

-Oye guajiro, ¿no debiéramos discutir primero lo de la carretera central? 

Me miró y dijo:  

-Si te parece, pero nos falta decidir si hacemos un puente o un túnel subacuático, de La Habana a Key West.  

La gente aquí no tiene fe, y no es que el guajiro no tenga razón. Ninguna nación podrá sobrevivir sin integrarse a un bloque económico, pero para hacer eso hay que fortalecerse internamente. Mi hogar no es una república, y yo puedo dormir en cualquier parte, pero no hay cama en el mundo como la de majagua azul ubicada en lo que, por ahora, llamo, mi casa.




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