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Contradicciones

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - El ciclo informativo se mueve de lo local a lo global, aunque algunos pretenden demostrar lo contrario. En La Habana, por ejemplo, el marketing político disfraza la miseria colectiva y la indolencia social en modelo exportable. Medio siglo de campañas contra los Estados Unidos ha convencido a medio mundo de las maldades del monstruo y las bondades del castrismo, aupado en su decrepitud por Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Zapatero en España y los mandarines chinos.

El carisma, el poder y hasta el marketing del régimen se desgastan. Las contradicciones crecen y algunos las descubren. Otros no ven ni oyen pues están estancados en el pasado, amarraditos por ideas o negocios comunes. ¿Qué bobería esa de presos políticos, opositores pacíficos o mujeres de blanco pidiendo libertad mientras Castro agoniza y su heredero mantiene la quietud?

¿Qué importan los derechos humanos en la isla si la prensa de izquierda no aborda el tema? ¿A caso no se violan en otras partes del mundo? Para Galeano, Saramago, Sabina o Ramonet es cuestión de lupa. A ellos la verdad les llega desde la perorata estatal. Cuba, sin embargo, es más compleja que la diseñada por el ministerio de la verdad del Partido comunista.

Ahora Castro II se ha reunido con la jerarquía de la Iglesia Católica, cuyo Arzobispo informó que hablaron de suavizar las condiciones de los presos políticos: liberar a algunos, acercar a casa a otros y hospitalizar a los moribundos. Quizás entonces Guillermo Fariñas levante su huelga de hambre y la comunidad internacional deje de criticar al mandamás caribeño.

No hace falta un mediador para dictar una orden a los carceleros. Más que un “gesto humanitario” del general o la conciliación de los obispos, bastaría con despenalizar la discrepancia política y abrir las compuertas de la libertad.

Apenas se reconoce la existencia de los presos políticos, y no se habla de la oposición, salvo para denigrar a los posibles interlocutores del régimen, atenazado por contradicciones obviadas por la prensa, como el desempleo, la deuda externa, la no ratificación de los pactos internacionales sobre derechos humanos, firmados en febrero de 2008, la corrupción y el mercado negro, la exportación de los servicios de salud en menoscabo de la nación, la desesperanza diaria frente a las secretas esperanzas de consumo y la posposición de los cambios para ganar tiempo y crear expectativas.

Todavía el gobierno cubano desafía a la ONU, pide empréstitos, pero no paga al Club de París, del cual es el segundo deudor del mundo; negocia con China la ruta del cable de fibra óptica, pero niega el acceso a los ciudadanos a Internet; frena las oportunidades de desarrollo a las personas; cacarea sobre principios mientras reprime a los opositores pacíficos y demoniza al exilio, cuyas remesas familiares son una de las principales fuentes de las divisas que circulan en la isla.

La pasión por el poder de los viejitos que gobiernan convierte en estribillo todo intento de mejoría para la población. El año pasado subieron la edad de la jubilación y meses después anuncian el despido de un millón de obreros. ¿Cómo se entiende el problema?

Pese al silencio y las omisiones de la prensa oficial, crecen las contradicciones que desatarán el fin del castrismo. Aún la libertad no es un concepto viable, pero muchos entretejen proyectos en la autopista del futuro.

 




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