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La arrogancia tiene límites

Luís Alberto Ramírez

MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org -Cuando le pregunté a la Sra. Mayra Morejón si había desayunado aquella mañana de domingo, cuando se disponía a cazar un aparato rodante, rutilante, motorizado o lo que fuere, para dirigirse al barrio de Miramar, con el propósito de acompañar a las Damas de Blanco en su acostumbrado paseo dominical, me dijo que no, que no tenía ni siquiera un poco de azúcar para endulzar el agua que se había acabado de tomar. Y no mentía.

La Sra. Mayra vive en el municipio Plaza con dos hijos, de dieciséis y dieciocho años, que no estudian ni trabajan, y un hermano enfermo mental. Sin embargo, a pesar de que está pasando más hambre que un ratón en una caja de clavos, vive en una casa que se cae a pedazos y padece el acoso de las fuerzas de la tiranía, apostadas frente a su domicilio día y noche, la Sra. Mayra Morejón va cada domingo a los paseos de las Damas de Blanco, va a cada protesta de las Damas de Blanco y es maltratada igual que las Damas de Blanco.

Entonces, ¿cómo vienen Elsa Morejón Almagro y Miriam Leiva a minimizar el trabajo solidario de las Damas de Apoyo y desconocer su sacrificio, si ellas dos, sin temor a equivocarme, no sufren, ni por asomo, las penurias de las  mujeres del Frente Femenino Gladys Núñez? Porque, por si el mundo no lo sabe, las Damas de Apoyo no son una bandada de palomas improvisadas, ni orquestadas por el gobierno de Cuba; son un grupo de valientes mujeres organizadas en un frente unido, patriótico y sumamente solidario.

Para el gobierno cubano las Damas de Blanco, el puñado que aun queda de ellas, no es fuerza suficiente para provocar una noche de desvelo del más insignificante de sus agentes represores. La mayoría de esas Damas viven muy lejos de donde suelen reunirse para sus protestas, por consiguiente, las fuerzas de las carismáticas Damas están diluidas entre la inmensa mezcla de la crisis social cubana.

¿Cuál es entonces el verdadero peligro para el régimen de La Habana?: ¡Que el Frente Cívico Femenino Gladys Núñez  siga creciendo como lo ha hecho en los últimos años y se sigan sumando mujeres al coro de las Damas de Blanco! Muchas de las mujeres que desfilan en las marchas dominicales, y que hacen parecer a las Damas de Blanco una multitud son Damas de Apoyo que residen en la capital.

La Sra. Morejón Almagro, esposa del patriota  Oscar Elías Biscet, tiene la anuencia del gobierno cubano para salir y entrar del territorio nacional y el permiso del gobierno americano para entrar a este país cuando quiere; además, recibe la ayuda solidaria del mundo. La Sra. Miriam Leiva tiene a su marido en su casa, le pagan por los artículos y las colaboraciones a la prensa internacional, igual que a su esposo; pero, ¿quién le regala un poco de azúcar a Mayra Morejón, para que desayune algo los domingos, antes de ir a marchar en solidaridad con las Damas de Blanco?

La injusticia no sólo apesta cuando proviene del represor, apesta igualmente cuando proviene del oprimido, cuya fama y reconocimiento mundial le ciegan.

Sin las Damas de Apoyo, las Damas de Blanco serían un pequeño grupito de de mujeres que cabrían sentadas en un banco del Paseo de la Quinta Avenida. Las Damas de Apoyo son las que hacen posible que el mundo vea una enorme fila de mujeres desfilando a lo largo y ancho de la Quinta Avenida, son ellas también las que hacen posible que se vea la Iglesia de Santa Rita repleta de blanco los domingos, son la multitud que se abre paso si miedo entre las amaestradas turbas represivas de la tiranía.

Las Damas de Apoyo representan mucho para la Patria, porque son mujeres que no tienen familiares presos por quien protestar, ni muertos por quien llorar, pero recuerdan la opresión, el hambre y las necesidades que sufre todo nuestro pueblo. Es por ello que la carta firmada por Miriam Leiva, Elsa Morejón Almagro, Alida Viso y otras esposas y familiares de presos políticos, con el propósito del ruedo a las Damas de Apoyo muestra una posición  cobarde y egoísta, algo que debían tener en cuenta todas las fuerzas solidarias que las apoyan. No porque sea Elsa Morejon Almagro la esposa del preso político cubano más emblemático se puede condonar tal comportamiento egoísta, tal muestra de arrogancia. El narcisismo ya nos ha mordido muchas veces a través de la historia de nuestras luchas, y no podemos permitir que nos siga mordiendo.

 





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