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Mecánico a domicilio

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Alberto Ramírez tiene 26 años. Es buen mecánico. Choferes que trabajan para el Estado, y muchos particulares lo buscan para reparar sus vehículos, por su experiencia y seriedad. Además, no cobra mucho. Alberto perdió el trabajo y no tiene licencia para ejercer el oficio por cuenta propia. Reconoce que el impuesto no es alto y que el permiso supone trabajar con apego a la ley, pero no ha hecho el intento de solicitar la patente comercial.

Estudió mecánica automotriz en la escuela de oficios de Guanabo, donde reside, y realizó las prácticas laborales en un taller de ómnibus de la zona. “Allí trabajé ocho años, pero hubo reducción de plantilla y quedé fuera. Desde entonces me dedico a la reparación de carros particulares, por la izquierda.

-Me libré –añade- del registro de entrada y salida, de las reuniones del sindicato y de las marchas convocadas por el Partido. Pero como no soy cuentapropista registrado no puedo montar mi propio taller. Hay reparaciones complicadas que necesitan un banco fuerte, tornillo de banco, roldana, taladro, lijadora, pulidora y otras herramientas pesadas. En las casas hago lo que puedo con mis herramientas de mano. Si hay que tornear una pieza, por ejemplo, el propietario del vehículo se ocupa de eso, me trae la pieza lista y yo resuelvo el problema.

-¿Por qué no solicitas la patente?

-¡Ni loco! Si me registro, los inspectores me caen como enjambre, exigiendo dinero. Si me niego a la extorsión me acribillan a multas y hasta pueden retirar la licencia. Son tantas las restricciones para trabajar que siempre hay un punto débil por donde agarrar al cuentapropista.

-No te escondes para trabajar, y puedes pasar inadvertido.

-Hasta uso mi overol de trabajo. Algunos inspectores me han visto trabajando. Averiguan si tengo licencia. Como respondo negativamente llaman al propietario del vehículo y le preguntan si cobro por mi trabajo. La respuesta es tajante: “¡No, no me cobra un centavo! Somos amigos, me ayuda por amistad''.

Albañiles, carpinteros, plomeros, jardineros, reparadores de colchones, de ollas de presión, de máquinas de coser, electricistas, van de puerta en puerta entonando en voz baja su pregón proponiendo sus servicios.

Ninguno tiene licencia para trabajar. Generalmente el gobierno no las concede. Tampoco a ellos les interesa conseguirla. Todos -¡qué buena gente son!- brindan sus servicios por amistad, como Alberto, el mecánico.




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