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Los cubanos

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Aquella crónica de Roberto Luque Escalona, Pobre, pero canalla, publicada en Diario de las Américas en 2004, donde calificaba de pobre y canalla al pueblo cubano, se ha quedado chiquita si la comparamos con el análisis que hizo un año después el escritor pro castrista Newton Briones Montoto (La Habana, 1941) en su libro General Regreso, de la Editorial Ciencias Sociales, 2005.

Newton Briones Montoto es hermano de Antonio, quien en 1957 pidió a su novia, Urselia Díaz, colocar una bomba en el baño de mujeres del concurrido teatro América. Urselia murió al explotarle accidentalmente la bomba mientras cometía el acto de terrorismo. En 1967 le tocó el turno a él, en Venezuela, adonde fue enviado por Fidel Castro para derrocar al presidente constitucional de ese país.

Después que describe la personalidad de Carlos Prío, Eduardo Chibás, Fulgencio Batista y muchos otros, Newton analiza en su libro la idiosincrasia del pueblo cubano. De Chibás, el líder ortodoxo que sirvió de inspiración a Fidel Castro, cuenta cosas para morir de risa: además de hablar de sus ojos azules “encendidos por una lucecita”, comenta la herida de bala que él mismo se hizo para convertirse en víctima en plenas elecciones de 1939; también se refiere Newton a cómo, en Perú, Chibás se lanzó al ruedo en una corrida de toros al ver que había sido corneado el torero, para luego exhibirse en calzoncillos por el lobby del hotel Bolívar de Lima, en protesta porque la tintorería no le entregaba a tiempo sus ropas; o cómo cruzaba sables y trompadas con sus oponentes y manejaba su auto a máxima velocidad para llamar la atención de los habaneros.

Newton, ya en el atardecer de su vida, se decidió por la literatura, a investigar la vida política de Cuba de 1930 a 1952, la que califica como batalla de máscaras, y al pueblo cubano de inmaduro y de doble moral.  “Es muy poco el tiempo de República -afirma- y los presidentes no fueron capaces de convertir a los cubanos en verdaderos adultos, ya que éstos crecieron bajo las amenazas de corsarios y piratas y bajo el poder omnímodo de los capitanes generales, a quienes se les debía adoración suprema, algo que trajo como consecuencia que una de las huellas más profundas de la psicología del cubano, sea el hecho de que para sobrevivir, se vieran obligados a burlar las leyes, comerciar con los enemigos de España a escondidas de los gobernantes.

O sea, que aprendieron, sin dejar de estar contentos, a nadar entre dos aguas. Repite Newton la idea de Luis Aguilar León, profesor y periodista, ya fallecido, en su legendario texto El profeta habla de los cubanos: “Los cubanos beben en la misma copa la alegría y la amargura, hacen música de su llanto y ríen de su música”.

Pero además, convierten la tragedia en un chiste, en una carcajada, porque todo se debe, entre otras cosas, a la malacrianza recibida de sus madres sobre protectoras al máximo, algo que ha producido hombres ilustres posesionados de un gran egoísmo.

Por último, destaca que si los hombres vienen al mundo con un sino, Cuba, al parecer, trae el suyo: batallar mucho y progresar lentamente.

Entonces me pregunto: ¿Acaso no serán todavía los cubanos niños pobres que guardan en sus mentes el trauma de cuatro siglos de colonialismo español y cincuenta años de dictadura castrista? Estamos de acuerdo con Newton. Hemos leído con mucho placer las historias que cuentan sus libros, mucho más amplias y mejor contadas que las que nos hicieron nuestros padres.




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