Dania Virgen García 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - La tarde del miércoles 26 de mayo tuve la alegría de recibir la llamada telefónica del esposo de una  muchacha que estaba presa conmigo en el destacamento 12 de la prisión Manto Negro. El hombre acababa de visitar a su esposa en la prisión y ésta le dio el número de mi teléfono para que me diera las gracias, porque dice que después que me liberaron han mejorado un poco las condiciones de vida de las reclusas, y están haciendo  algunas revisiones de causas. Las presas piensan que esto sucede gracias a mí.

Le dije que no me tienen que agradecer nada. Al contrario. Siempre me alegra saber de las mujeres (muchas presas injustamente) con las que compartí los 15 días más difíciles de mi vida, pero me alegra más saber que mi trabajo, al denunciar al mundo sus casos, no es en vano.    

Pero mi alegría duró  poco. La empañó otra llamada que recibí el viernes 28 de mayo a las 5 y 45 de la tarde, directamente desde Manto Negro. Llamaba Miriam Rondón, una mujer de San Miguel del Padrón presa por receptación a quien conocí en el destacamento 12. Miriam se queja de que no le permitieron usar el teléfono por más de dos semanas, le realizan constantes requisas y la carcelera nombrada Marielina la hostiga constantemente. La reclusa piensa que están tomando represalias contra ella por haberme contado que vio a Orlando Zapata cuando estuvo en el hospital del Combinado del Este. Me quedé preocupada porque conozco el carácter de Miriam. Se desespera, y sólo desea estar con sus hijos.

“Están enfermos de los nervios, en la calle y sin libreta de abastecimiento” -me contó.  

Hace 17 meses Miriam espera la revisión de su caso. Ahora le dicen que su expediente se perdió en el tribunal.  

Y a mí se me vuelve a hacer un nudo en la garganta. Sólo me queda orar por Miriam y por las mujeres de los destacamentos 12 y 13, y seguir luchando porque se les haga justicia.