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Las debilidades de la revolución en Cuba: Visión de un trotskista 

Rafael Álvarez 

MADRID, España, junio, www.cubanet.org -Un artículo publicado recientemente en el diario mexicano La Jornada bajo el título “Las fuerzas de la contrarrevolución en Cuba”, firmado por el Sr. Guillermo Almeyra, realiza un  benevolente análisis de la situación  política cubana a la luz de los más prehistóricos  y ortodoxos fundamentos del marxismo-trotskismo.

Como siempre, el autor califica a los a los disidentes y luchadores por los derechos humanos y  ciudadanos, de contrarrevolucionarios  aliados de los  feroces capitalistas-mafiosos y bastistianos que sólo pretenden la anexión de Cuba a Estados Unidos de América y seguidamente reconoce que lo que da mayor margen de maniobra a la “contrarrevolución” son los limites e insuficiencias (nunca errores) de la política del “sector” gobernante, quienes (pobrecitos) tratan de defender la revolución en las dificilísimas condiciones actuales.

Este “sector gobernante” no es ni más ni menos que los hermanos Castro y su séquito de incondicionales que desde hace 50 años  han hecho y deshecho a sus anchas, han puesto y quitado ministros, secretarios del partido y presidentes del Poder Popular según sus antojos. Que nunca han sido fiscalizados en su uso del presupuesto del Estado y han dispuesto de éste a su antojo, además de recibir adicionalmente grandes subvenciones  económicas de sus aliados y patrocinadores políticos  (Moscú ayer, Caracas hoy).

Por otro lado, lamenta el autor reciente dialogo con la Iglesia Católica para tratar asuntos relacionados con la situación de los presos políticos (reconoce que hay presos políticos), por ser ésta mensajera del oscurantismo y formar parte de la contrarrevolución.  Señalando finalmente que el gobierno debía haber mejorado, por propia voluntad el trato a  “todos sus presos” 

Bueno pues de momento tenemos dos afirmaciones (muy bien disueltas en un coctel) : El principal causante de la situación cubana actual es el “sector gobernante” y existe una situación de los presos que pudiera ser mejorada, la que consecuentemente es deficiente, y si el gobierno puede mejorarla es simplemente porque es el responsable de esa situación. 

Niega el autor la existencia de una intelectualidad “contrarrevolucionaria”, lo que es rotundamente falso, numerosos intelectuales de diversa formación critican  (donde pueden y como pueden) al régimen cubano y a los ojos del aparato gobernante, son contrarrevolucionarios.  La pléyade de intelectuales cubanos  críticos  con el régimen,  residentes en el extranjero (alguna vez nacieron en la isla y residieron en ella) da fe de la fuerte ola de crítica entre los sectores más ilustrados. La imparable sangría de profesionales y trabajadores  hacia el extranjero (a pesar de las restricciones migratorias) demuestra que, si tuvieron fe en el sistema alguna vez, hoy sólo ven queda la emigración como solución a sus insatisfacciones, lo que pone en duda la afirmación del periodista de “amplio consenso” con el gobierno.

Y aquí viene lo mejor…“En la isla los derechistas en el gobierno y en el aparato, los corruptos, los capitalistas de la isla…”  Pues señor mío, esos son los que siempre han gobernado, los “históricos” de la revolución y sus íntimos colabores y familiares, que también han asumido cargos de confianza  con mayor frecuencia cada vez, los que Ud. también dice que  pretenden preservar  sus privilegios,  pero no son una clase privilegiada. No son una clase, son una casta, con aspiraciones monárquicas.  

Según el artículo, el sector gobernante, veterano de la revolución, está lastrado por los métodos burocráticos del socialismo real de Europa del este, con o sin estalinismo. 

Resulta por tanto, que en Cuba tenemos lo mismo que existía en Europa del Este (en versión similar a Albania o Rumania). Se trata entonces de un sistema caduco, ineficiente,  corrupto, inmovilista, que viola los derechos humanos y  ciudadanos.

Que vigila y controla a cada una de las asociaciones y ciudadanos. Un sistema de falsa democracia popular en que el “aparato gobernante” (gobierno y partido) sólo funciona de arriba hacia abajo. Un sistema  sin libertad de  asociación ni expresión, con una prensa única y estatal, manipuladora y mentirosa.

Y como solución, el autor propone el desarrollo de la libre discusión y el estudio de las experiencias socialistas actuales y pasadas, canalizar y galvanizar la creatividad, la voluntad y conciencia revolucionaria de los cubanos.  
 
A ojos del articulista, el de Cuba es un sistema de gobierno, que sería una lástima que se perdiera, que sólo necesita unos pequeños “toques”  de creatividad, galvanización y conciencia…y todos los cubanos serán revolucionarios. 
 
Ya sabemos lo que ocurrió  en Europa comunista  cuando se permitió la  libre discusión y se supo de todas las arbitrariedades, injusticias, corrupción y falsedades de los llamados regímenes de “democracia popular”. El nivel de frustración y el insulto colectivo ante la burla de que habían sido víctimas durante tantos años, llevó al desplome del sistema, sin la menor resistencia por parte de ninguna de las “fuerzas revolucionarias”  que lo crearon y mantuvieron. 

Señor Almeyra, su  complaciente y benévolo diagnóstico (a pesar de lo encubierto de los síntomas) es someramente acertado; la terapia que recomienda, sin embargo,   es absolutamente inviable. No hay por qué pensar los cubanos seamos unos pacientes diferentes a los otros que sufrieron esta enfermedad. 

El régimen cubano es un rotundo  fracaso y, peor aún, es un despropósito que ha traído mucho sufrimiento, dolor y sacrificio al pueblo cubano, que tiene derecho a emprender libremente  nuevos derroteros para buscar su felicidad. 
  
Enlace: http://www.jornada.unam.mx/2010/05/30/index.php?section=opinion&article=018a1pol





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