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No nos dejan entrar después de las diez

Frank Correa 

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - Jefersson Maicol, venezolano de la Operación Milagro, estaba  borracho cuando lo conocí.  Esperaba el día siguiente para ingresar en el hospital donde le amputarían una pierna.  “Fue en una bronca entre bandas –puntualizó- donde recibí el disparo”. Había otros venezolanos inválidos por disparos bajo observación médica, y se desplazaban en sillas de ruedas por Jaimanitas.

Jefersson Maicol andaba erguido sobre muletas y buscaba emborracharse lo más posible para enfrentar la amputación del otro día. Salió de la playa al atardecer, con la novia, Miguelito Melón, vendedor ambulante de confituras, y otro venezolano también con la novia. 

Compraron dos litros de ron y Miguelito ldejó sentado a Maicol en un sillón del portal de mi casa, tomando y escuchando a Los Aldeanos, porque Migue tenía que vender su jaba de confituras por la calle, y regresaría al terminar la faena. La novia de Maicol llevó la conversación y bailó junto a la novia del otro venezolano. Cuando se acabó el primer litro de ron le pregunté cómo era posible tanta violencia en el socialismo bolivariano.

-Fidel acabó con eso rápido –le dije. 

-Chávez no puede con nosotros, tenemos mejores armas que el ejército. Chávez piensa que es inteligente pero no le llega a la chancleta al comandante.

En su borrachera Jefersson se escudaba en la letra de Los Aldeanos, intentando seguir la rima para olvidar su pena. Estaba sentado en una silla con las muletas sobre las rodillas, la pierna que le iban a cortar al otro día la llevaba estirada, para amortiguar el dolor que lo obligaba a emborracharse más y más. 

Al otro venezolano las cubanas le decían que se parecía a Baby Lores. El hombre se inflaba y prometía regalos También estaba borracho, y me contó que estaba sano, que venía acompañando a su primo Jefersson al que habían baleado los pandilleros, y él ya se había ocupado del asunto. Habló bien del Presidente Chávez, al principio. A le media hora empezó a hablar mal. Dijo que Chávez metía perico para echar discursos interminables sin cansarse. Me mostró una bandera venezolana que traía en el bolsillo.

-Chávez puso otra estrella en la bandera sin contar con nadie, porque le dio la gana.  

Le pregunté que significaban las 8 estrellas en semicírculo en la bandera.

-Eran siete estrellas, que representaban las provincias de Venezuela, pero Chávez puso otra porque sí. 

Se refirió a las cosas buenas que estaba haciendo, pero que Venezuela no era Cuba. Los venezolanos le decían a Chávez ¡no! y era  ¡no! Le pregunté qué pasó entonces cuando el sí y contestó con un trabalenguas: 

-¡Fue no! Pero Chávez lo convirtió en Sí. 

Entrada la noche me pidieron que los dejara dormir en la casa, aunque fuera en el portal, porque al hotel El viejo y el mar, de la Marina Hemingway, donde se hospedaban, no podían llegar después de las diez. Les dije que eso pero era imposible. ¿Qué iba a decir si aparecía en mi portal un venezolano muerto? Insistieron y les repetí que era imposible. Soy periodista independiente, y de seguro amanecen en la prisión.

Entonces se fueron a dormir a la playa.

beilycorrea@yahoo.es




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