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Pronósticos para el verano

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - El pronóstico de una de las más intensas temporadas ciclónicas de los últimos años no desvela a los cubanos. Ni siquiera la posible ocurrencia de otros desastres naturales como sismos, granizadas, tornados y sequías, anunciados durante el ejercicio Meteoro 2010, los preocupa más que la falta de arroz y de fríjoles en el período vacacional.

Y no porque en otras etapas del año exista una mayor abundancia de comida, sino debido a lo difícil que resulta agregar dos o tres bocas más al reducido condumio cotidiano en condiciones extremas.

Por otra parte, y según los pronósticos populares para este verano, las vacaciones escolares serán extendidas más allá de lo habitual por falta de comida en las escuelas, y algunos aseguran que los círculos infantiles dejarán de funcionar en este período. Si son falsas alarmas o no, el pueblo se prepara, ahonda en el mercado negro, las pinta en el aire para resolver, mientras espera  una respuesta oficial, porque “cuando el río suena, piedras trae”.

Adela Morgado, sexagenaria que vive de su chequera de la seguridad social y el salario de su hija para mantener tres nietos, y un sobrino cuyos padres huyeron del país, augura severas tempestades hogareñas.

Según sus pronósticos de bodega, si bien la temporada ciclónica comprendida entre el primero de junio y el 30 de noviembre puede ser desastrosa, mayores dolores de cabeza les traerá el receso escolar. De acuerdo con sus revelaciones, al probable incremento de las lluvias y los vientos habrá que sumarle la intensificación de niños correteando por las calles que, al regresar a casa, exigirán un pan.

Si Cuba es azotada por una prolongada sequía –dice Adela- necesitarán refrescos en la madrugada ante el reclamo infantil, y ya los de polvitos instantáneos, a 10 centavos de dólar el paquete, dejaron de existir con la desaparición de la empresa Río Zaza. Además, fuertes turbonadas de ruido inundarán las calles del país. Tempestuosas colas harán imposible subir a los niños en la montaña rusa, y la elevada subida de los precios convertirá en quimera un plato de congrí.

Los precios son tan altos y variables que ningún astrónomo los puede ubicar. El arroz, si aparece, es clandestino a 10 pesos la libra, o a 2, 40 CUC en las inhospitalarias “shoppings”.

La libra de bistec de carne de puerco a 40 pesos en moneda nacional. El ajo a 12, 50. Una libra de tomate a 10. Una guayaba a 5. El frijol a 12 y 16, y así por el estilo, Hay que ser hijo de papá comandante o mamá gerente para comer.

Con esas ráfagas de precios y las amenazadoras ausencias del frijol y el arroz del mercado, ¿de qué vacaciones se puede hablar? -se pregunta Adela, mientras tira la libreta sobre el mostrador y dice al bodeguero:

-Dame los chícharos y la sal que ahora no los puedo perder.




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