Vicente Escobal
MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org -Los regímenes totalitarios suelen hablar o actuar en nombre de algo o de alguien, generalmente del pueblo. Yo, gracias le doy a Dios por ello, estoy exento de ese vicio. Por eso nunca escribo en nombre de nadie y soy lo suficientemente libre como para expresar mis propios pensamientos.
No tengo absolutamente nada en contra de ustedes en el orden personal. Sería absurdo de mi parte enfrascarme en una estéril discusión acerca del tamaño de la boca, la nariz, el color de la piel, las preferencias sexuales, el tono de la voz o el poco carisma de alguno de ustedes. Esas frivolidades se las dejo a faranduleros y paparazis. Mis convicciones van más allá.
Pero lo que si tengo son muchísimas cosas contra ustedes en el plano ético, filosófico, político e ideológico.
Frecuentemente concedo a mis adversarios el beneficio de la duda. Esa es una virtud aprendida de la democracia. Por eso cuando ustedes llegan al exilio no me interesa saber cuáles vínculos tuvieron con la Seguridad del Estado, a cuantos colegas delataron o de qué forma lograron escalar la fama en aquel sistema donde “con la revolución todo y contra la revolución nada”. No los culpo. Culpo al régimen.
Lo que si me enoja y preocupa es la actitud de ustedes. Lo que si analizo es el pensamiento y las ideas de ustedes
Muchos piden que les pellizquen porque creen que están soñando. Y los entiendo. Este mundo de la tecnología y el desarrollo es fabuloso. Yo mismo pedí que me pellizcaran cuando caminé por primera vez, hace ya algunos años, por las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Miami o cuando visité los Parques de Disney.
El pueblo de Cuba tiene muchas heridas, tanto los de aquí como los de allá. Yo se que la mayoría de ustedes no había nacido cuando Fidel Castro llegó al poder y sé que la versión de la historia que les enseñaron en la escuela ha sido tendenciosamente manipulada y adulterada. Por eso a veces los entiendo al margen de mis enojos.
Y los entiendo porque ustedes tienen también sus heridas y sus cicatrices. Ustedes han tenido que transitar por un camino muy difícil, un camino que llega a cambiar la autenticidad y a adulterar los principios. Ustedes se han visto en la dolorosa necesidad de aceptar que gracias a Fidel Castro han alcanzado la fama y el reconocimiento. Eso, desde mi punto de vista, es muy triste. Pero eso fue lo que les enseñaron. Ustedes forman parte de ese ejército de agradecidos que marcha al ritmo de la esquizofrenia totalitaria. A ustedes les impidieron mirarse por dentro, aceptar sus vocaciones, ser ustedes mismos, congratularse por ese talento que Dios les regaló.
Ustedes no saben casi nada de las atrocidades cometidas por aquel sistema. Ustedes no conocen los campos de concentración, los paredones de fusilamiento, los numerosos cubanos asesinados por su ideología democrática. A ustedes les inocularon el veneno de la repulsión hacia el exilio, haciéndoles creer que somos una horda de salvajes. La poca información disponible para ustedes ha estado sellada por el subterfugio y la falsedad.
Pero sepan que cuando vamos a un acto de protesta frente a algunos de los lugares donde ustedes se presentan en Miami lo hacemos exclusivamente impulsados por nuestra conciencia. Ninguna institución oficial nos organiza ni nos convoca. Ningún agente de los servicios especiales de Estados Unidos nos entrena. Y les digo más: muchos estadounidenses no comparten nuestras ideas ni nuestro dolor.
El exilio cubano está integrado por santiagueros, camagüeyanos, habaneros, pinareños, villaclareños y matanceros. Gente decente y trabajadora. Nuestras mujeres no son “reparteras” ni “chancleteras” como en su momento las describió un tal Pablo FG. Son tan cubanas como las de allá, con la única diferencia de que son libres y lo mismo aplauden que censuran. Dicen SI cuando hay que decir SI, y NO cuando hay que decir NO. Muchas de ellas perdieron a sus seres queridos por eso se vuelven leonas cuando las agreden. Pero viven en un país democrático donde la simulación no es necesaria, donde lo único que interesa es la actitud ante la vida y no la sumisión a ningún partido o ideología.
No es un secreto para nadie que los artistas son polémicos e incluso extravagantes. La polémica, en el mundo del espectáculo, es parte de la promoción y la fama. Sé que a la mayoría de ustedes le fascinan los escándalos y las controversias, e incluso se las fabrican. Por eso muchas veces quiero pensar que sus bullicios son pura propaganda, porque de lo contrario los medios no les dedicarían tanto espacio.
Por último deseo confesarles algo: Me apena que el talento de ustedes lo hayan puesto al servicio de una tiranía. Se los digo desde el fondo de mi alma. Ustedes son personas creativas, nacidas para llevarle felicidad a sus semejantes. Ustedes son capaces de hacer que el dolor y las angustias desaparezcan gracias a ese diluente mágico que es el mundo del entretenimiento.
Pero esa placidez y esa magia deben poseer y promover, por sobre todas las cosas, el valor de la dignidad.
A sus seguidores, mi respeto. A sus críticos, mi comprensión y mi solidaridad. Soy parte de ellos.
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