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Cierra un capítulo pero no la historia

Miguel Saludes

MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org -La excarcelación, con destierro opcional, puesta en marcha por una combinación establecida entre el gobierno cubano, la cancillería española y la mediación inédita de la iglesia católica, podría ser la señal del cambio en Cuba. Así lo manifiestan las voces que a la luz de este fogonazo liberador pronostican el fin del movimiento disidente en la Isla. Ellas estiman que con la salida de los presos políticos queda resuelto el dilema planteado por las Damas de Blanco. El nuevo contexto dejaría sin lugar al grupo de mujeres. También quitaría peso a otras organizaciones de la sociedad civil en su lucha en pro de la democracia. El paso dado por el gobierno castrista, según este criterio, daría por concluido el capítulo que se abrió el 18 de marzo del 2003.

Entre la baraúnda de comentarios surgidos al calor del acontecimiento, donde se cruzan alegría y esperanza de muchos con incertidumbre, desconfianza y mala fe de los menos, resaltan algunos que merecen atención. El cantautor Silvio Rodríguez calificó el proceso como "un paso que necesitaba la nación para salir de una especie de punto muerto en que se hallaba". En la entrevista concedida por Silvio al diario mexicano Milenio, el trovador sacó a la luz detalles interesantes que no deben pasar desapercibidos para los cubanos.

El polémico trovador dijo presentir que la salida de los presos se produjo en conformidad con la voluntad de una parte del gobierno con la que él más se identifica. Paralelo a estas declaraciones, cuasi subversivas, el disidente Guillermo Fariñas, uno de los principales actores que contribuyó de manera dramática a esta solución política, calificó de esencial e importante la reaparición pública de Fidel Castro en el momento coyuntural. El opositor aseveró que el gesto del Comandante anula la posibilidad de que los más recalcitrantes acusen de traidor a Raúl Castro y a los que quieren cambios en Cuba.

Ciertamente llama la atención que tras larga ausencia, el dictador retirado aparezca ante las cámaras para aclarar el fallo de su pronóstico apocalíptico, hecho  a raíz de la celebración del mundial de futbol.
 
Cuando parecía que la figura dominante durante medio siglo seguiría al resguardo de las miradas indiscretas, dicen que por secretos de Estado, asoma insistentemente en el escenario sin pronunciar palabra sobre los  acontecimientos en los que la Iglesia católica  tomó un protagonismo inusitado y que pudiera indicar su influencia más activa en el futuro.  

En otra parte de la entrevista Silvio trajo a colación cierta pregunta que le hiciera un cubano residente en el exterior sobre la hipotética autorización de una disidencia interna en la Isla, legalizada y con un medio de prensa propio. Su respuesta al anónimo interrogador, rescatada para la ocasión, resulta sumamente llamativa: “Recuerdo que le dije que el papel que pretendía la oposición le llegaría en su momento. No sabría decir si es ahora, pero hoy estamos más cerca que entonces de que pueda haber una oposición permitida y a la vez permisible-porque esa es una moneda, como todas, de dos caras-” Nótese el empleo del subrayado permisible.

La nota curiosa más reciente llegó en las palabras de Ricardo Alarcón de Quesada en el anuncio de una posible extensión de las liberaciones a  otros presos siempre que no medie un hecho de sangre en estos casos. Casi lo mismo que promulgaba una de las peticiones contenidas en el proyecto Varela, referida a la liberación de todos los presos políticos en una primera etapa, considerando aquellos que no hubieran atentado contra la vida de otras personas. 

Comparto cierta expectación en que algo se mueve en este capítulo que cierra, uno más en la saga cincuentenaria de totalitarismo castrista. Pero ello no significa el final de la historia y el inicio de otra. No puede ser posible si antes no se produce el desenlace definitivo de la trama que devoró a tantos compatriotas y que hoy lanza al destierro a decenas. Se habla de proximidades de una disensión permitida y tolerable, incluso con prensa propia. Paradójicamente los que ejercieron ese derecho tienen que irse a suelo extranjero. A sus espaldas quedan las rejas de las cárceles abiertas y las puertas de la Patria cerradas. Realmente no sé cuan cercana es la perspectiva atisbada por Silvio Rodríguez  pero lo que sí es cierto es que la democracia en Cuba sigue siendo un capítulo pendiente de un drama aún por finalizar.  



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