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¿Los frutos esperados? 

Ernesto Vera

SANTIAGO DE CUBA,  Cuba, julio, www.cubanet.org -Muchos han saludado la noticia de la liberación de los presos políticos condenados injustamente en la primavera negra del año 2003.

Según ha podido conocerse a través de un cable de la AFP, el opositor Guillermo Fariñas ha depuesto su huelga de hambre, después de 135 días.

Tanto la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, como la Unión Europea ven la decisión del dictador Raúl Castro como un paso positivo, aunque tardío.

Y es que la palabra tardío es el mejor calificativo que puede dársele a hechos como el anunciado con gran algarabía por los voceros del régimen. 

Durante 7 años, 75 opositores pacíficos han sufrido torturas físicas y psicológicas, maltratos, calumnias de todo tipo y humillaciones. Junto a ellos, sus familiares han padecido el odio y ensañamiento del régimen, que los ha castigado no solo separándolos de sus seres queridos, sino alejándoselos lo más posible, haciéndolos atravesar la Isla para poder verlos, en un país donde el transporte público está prácticamente colapsado.

Son conocidas las razones por la que estos nobles hijos de nuestra Patria fueron encarcelados; y también el largo historial  del régimen cubano en materia de encarcelaciones y “excarcelaciones”.

¿Cuántas veces hemos visto la misma historia? ¿Cuántos han sido encarcelados y excarcelados, al poco o mucho tiempo, según  la conveniencia del dictador de turno?

Debemos preguntarnos: ¿Lo ocurrido merece en realidad tanto aplauso, o estamos simplemente en presencia de una nueva estratagema del régimen en crisis para obtener necesarios dividendos políticos y económicos?

Ningún ser humano debe ser apresado por expresar o defender sus ideas pacíficamente, mucho menos por agruparse en partidos opuestos al régimen imperante. Eso es lo que normalmente ocurre en cualquier sociedad democrática y constituye un derecho elemental que todos los Estados, democráticos o no, deben respetar, máxime si han suscrito la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El que un gobierno totalitario libere a personas que jamás debieron estar en prisión no es nada nuevo en la historia contemporánea y mucho menos en la de nuestro país. No hay nada excepcional en estas liberaciones que no hayamos visto con anterioridad sin que se alterara en lo más mínimo la naturaleza represiva del régimen.

Cada vez que ha sido conveniente al régimen hemos visto estos ¨nobles¨ gestos, dirigidos siempre hacia un  noble “adversario” que otorgará o denegará un noble favor a cambio.

Así ocurrió  en la década del 80, en los 90 y en el nuevo siglo no han cambiado los viejos métodos aplicados por la dictadura de la familia Castro.

Hasta ahora, siempre después que se han concretado las aplaudidas excarcelaciones, han llegado nuevas encarcelaciones, haciendo interminable el ciclo de nuestra eterna prisión. En la Cuba de los Castro, después de la tormenta nunca viene la calma, sino una nueva tormenta.

Nuestros nobles amigos españoles no han logrado ningún cambio democrático en la isla, ni siquiera han sido capaces de cooperar eficazmente con la oposición; en no pocos casos la han ignorado, se han negado a dialogar siquiera con ella, a reconocer que existe. Y ahora, resulta que acogerán en su país a los nuevos deportados.

Por su parte Raúl Castro, puede dormir más tranquilo, ahora que según sus cálculos se ha asegurado una victoria ante la Unión Europea,  con la ansiada derogación de la Posición Común, que considera un hecho.

Siempre que el gobierno cubano ha liberado a un grupo de presos políticos,  lo ha hecho a cambio de algo. Es obvio que ahora, ante la inminencia de una revisión de la Posición Común de la Unión Europea, en el próximo mes de septiembre, los Castro tuvieron que moverse rápido, no sin antes hacer sufrir a varios opositores que en toda la isla nos plantamos en huelga de hambre en apoyo a nuestros hermanos, rehenes del dictador.

 ¿Habría ocurrido esta liberación sin las marchas heroicas de las Damas de Blanco y las huelgas de hambre que sostuvimos los opositores en apoyo a Guillermo Fariñas?

¿Nos pasaremos la vida realizando tales acciones para que la dictadura castrista libere a unos cuantos y encierre a otros?

¿Hasta cuándo contribuiremos, aunque sea indirectamente, a que se prolongue el ciclo de vida de la tiranía castrista?

Como cubanos nos alegramos sobremanera de que nuestros hermanos hayan salido finalmente del martirio que padecían en las mazmorras del tirano, pero siento que debemos plantearnos, ya, métodos de lucha superiores que nos permitan alcanzar resultados mucho más positivos; y pedirle a los gobiernos democráticos del mundo que exijan acciones del régimen cubano que sean realmente positivas y democráticas.

No esperemos que todo nos venga dado, no dejemos a un lado el compromiso y la responsabilidad. Ya el Santo Padre Juan Pablo II, en el año 1998 nos decía: “La responsabilidad forma parte de la libertad”.

Aprendamos a ganar nuevos espacios y preguntémonos seriamente si las liberaciones que se producirán son los frutos que espera el pueblo cubano. 



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