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Me siento estafada

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Elisa es una anciana que siempre tiene algo que contar. Vive en Santa Fe, poblado costero situado al oeste de La Habana, donde nació hace 70 años. El otro día narró una historia relacionada con las familias cubanas que han cambiado al Estado las joyas que guardaban de una generación a otra, por viejos efectos electrodomésticos. Se trata de planes que ha puesto en práctica el gobierno castrista a través de estos años, porque las arcas del país están vacías.

Para ilustrar la historia, Elisa sacó de un viejo cofre un pedazo de papel, amarillo por el tiempo, donde dice que en agosto de 1971 adquirió en CUBALSE, empresa del gobierno consagrada a la captación de divisas, situada, según el recibo, en calle 84ª No. 711, en Miramar, un refrigerador Kelvinator, fabricado en 1951, a cambio de joyas, recibidas y tasadas, por esa entidad, en 150 dólares norteamericanos.

Era todo el tesoro de Elisa: una cadena con su medalla de la Virgen de la Caridad, el anillo de compromiso de sus padres fallecidos, unos aretes que trajo la bisabuela cuando vino de España, unos yugos de oro de 18 quilates que usaba su marido en las guayaberas para ir los domingos a la valla de gallos. Aquél día jamás lo olvidará. Cuando le dijeron el total: 150 dólares, los aceptó. Era precisamente el precio del refrigerador americano.

Hoy es la Corporación CIMEX quien realiza la compra y el tasado de joyas, metales -oro, platino y otros- y piedras preciosas en el Centro Gerencial de 5ta. B y calle 6, en el municipio Playa.

El refrigerador Kelvinator no dejó de funcionar durante 36 años. Sin embargo, en 2007 Elisa se vio presionada a cambiarlo por un refrigerador chino marca Haier. Era interés del gobierno ahorrar electricidad. Para lograrlo las autoridades se dieron a la tarea de convencer a las familias para que hicieran el cambio de equipos. Pregunté a Elisa si lamenta haber hecho el cambio y me respondió: “por supuesto, como todo el mundo”.

Los cubanos llaman sarcásticamente los “lloviznaos” a estos refrigeradores chinos, porque en la mayoría de ellos el agua se condensa en sus paredes exteriores, creando gotas que chorrean, además de no enfriar como lo hacían los viejos refrigeradores soviéticos, y mucho menos, como los aun más viejos norteamericanos. Estos aparatos, al parecer son los peores equipos que ha producido esa empresa china, que goza de buena reputación en otras partes del mundo. No obstante, el gobierno cubano le compró a Haier 2,3 millones de refrigeradores para venderlos a precios exorbitantes a la población, previa entrega de los viejos equipos, que aun funcionan.

Hoy Elisa saca su cuenta. Primero: cambió sus joyas, de gran valor sentimental, por un refrigerador viejo con veinte años de uso. Luego, entregó su viejo Kelvinator, que enfriaba muy bien, para que le vendieran un “lloviznao” Haier que apenas enfría. Para colmo, todavía no ha terminado de pagarlo. Dobla entristecida el viejo recibo de CUBALSE, lo guarda en el cofre, repleto de documentos y me dice:
-Me siento estafada.




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