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Señales de muerte

Miguel Iturria Savón.

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -En Cuba, los medios masivos de comunicación omitieron la muerte del prisionero de conciencia Orlando Zapata Tamayo, uno de los 75 defensores de los derechos humanos encarcelados en la primavera del 2003. La noticia, sin embargo, circula por el mundo desde el atardecer del martes 23 de febrero, gracias a los comunicadores independientes y a las páginas del exilio que seguían su estado de salud.

Orlando Zapata Tamayo, natural de Banes, provincia de Holguín, tenía 41 años. Llevada 80 días en huelga de hambre en protesta por las golpizas de sus carceleros, quienes le ocasionaron un coágulo en el cerebro el año pasado. En estado de gravedad fue trasladado de Camagüey al Combinado del Este de La Habana, de cuya enfermería lo enviaron a morir al Hospital Amejeiras.

Días antes, medio centenar de prisioneros políticos cubanos solicitaron a Luis Ignacio Lula, presidente de Brasil, que intercediera por la vida de Zapata Tamayo con el mandatario insular, con quien se reunió durante la Cumbre del Grupo de Río, celebrada en México. Paralelamente, Ileana Ros-Lehtinen, legisladora estadounidense de origen cubano, pidió la intervención del Papa Benedicto XVI. Hasta el gobierno de España, interlocutor de los Castro en Europa, expresó su preocupación en el encuentro efectuado en Madrid con funcionarios de la isla.

El sacrificio de Zapata Tamayo es otro mensaje de muerte del régimen de los hermanos Castro, cuya intransigencia política vapulea los esfuerzos del presidente Obama por normalizar las relaciones entre Washington y La Habana y desacredita al gobierno español, empeñado en retirar la Posición Común, adoptada en 1996 por la Unión Europea ante el auge represivo de la dictadura comunista.

Las señales de violencia contra los opositores pacíficos caracterizan al gobierno de Cuba, donde existen 200 cárceles y casi cien mil prisioneros, entre los que figuran centenares de defensores de los derechos humanos. La represión sistemática es paralela al discurso del peligro externo y el comercio de consignas revolucionarias, que encubren la erosión nacional por parte de los aventureros que detentan el poder.

Aunque en enero fueron excarcelados cuatro prisioneros políticos, tres de ellos por cumplir su sentencia, las acciones represivas confirman la violencia de un gobierno que se niega a ratificar los pactos de Derechos Humanos emitidos por la Organización de Naciones Unidas. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional documentó 93 detenciones en diciembre del 2009 y 113 en enero del 2010.

La intransigencia es un mensaje de muerte y desesperanza. Orlando Zapata Tamayo es la última víctima. El gobierno opta por imponer el miedo dentro de la isla y desafiar a la comunidad internacional, pues está acostumbrado a sobrevivir desde el aislamiento y la ausencia de comunicación con el mundo. Les bastan algunos aliados y el control de los medios masivos de información.




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