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El juego en la calle

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Leonardo Padilla, residente en Jaimanitas, estudioso de los comportamientos sociales, asegura que el juego en la calle es el causante de casi todos los males en Cuba.

Según su estudio, al triunfar la revolución en 1959, la libertad otorgada a los muchachos para que jugaran en la calle fue un recurso para expresar que el pueblo era el dueño del país. Enfatiza Padilla que la desorganización revolucionaria y el descuido fueron caldo de cultivo para que el béisbol, el baloncesto, el voleibol, el fútbol, formaran parte del entorno citadino.

Al no tener que regirse por  el horario establecido en los estadios y canchas deportivas, los muchachos no tenían control alguno, lo que fomentó la impuntualidad  como  condición distintiva de las generaciones que siguieron. Tampoco había  una persona que exigiera el cuidado de la propiedad, se podía romper una ventana impunemente o maltratar un jardín, porque la pelota a veces no puede dirigirse, y todo daño se considera un accidente.

El juego en la calle violentó la disciplina del estudio, sobre todos la realización de la tarea, actividad esencial del educando, que prescinde de concentración y tiempo, los problemas de  escasez y la preocupación por la alimentación, que mantiene a los padres en un constante desasosiego. El incumplimiento los deberes escolares pone de manifiesto la notable cantidad de adultos con serios problemas en Matemática, Ortografía, Física, Geografía, Historia, Química, descubiertos al enfrentarse a los eventos más sencillos de la vida.

El juego en la calle obstaculiza el tráfico, pone en riesgo la vida de choferes y hasta de los muchachos, que  batean pelotas, patean balones, encestan en cajas de plástico sin fondo que se colocan en árboles y en las paredes de las casas. Sin percatarse que están actuando en la vía pública, los muchachos vociferan, gritan malas palabras, e irrespetan a quienes los recriminan.

Leonardo Padilla asegura que la decadencia social y el deterioro del espíritu, notas distintivas del cubano de hoy, es producto del juego en la calle, que soslayó durante décadas las normas, los  preceptos, el orden y la disciplina urbana, desaparecidos de nuestra  sociedad como una pelota bateada con fuerza y con  rumbo equivocado 

beilycorrea@yahoo.es




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