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¿Volveremos a ser normales?

Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Hay algo que siempre llama la atención a los turistas que visitan la isla: la jovialidad y hospitalidad que muestran los cubanos. Si hay que indicar una dirección, o servir de guía para ir a algún sitio,  no faltarán anfitriones que se brinden a auxiliar al visitante. 

¿Ocurre lo mismo cuando el que necesita ayuda es otro cubano? Alguien que comparte las mismas vicisitudes y prohibiciones, y que se encuentra también atrapado dentro de una isla rodeada por un muro de agua.

-Aquí todos vivimos amargados- dijo a esta reportera la señora Idania, de 60 años.-  Necesité los servicios de un especialista, pues tenía una trombosis en una vena de la pierna. Ya un médico de familia me había puesto un tratamiento pero seguía igual. Decidí ir al Calixto García a que me viera un angiólogo. 

Idania pasó mucho trabajo para llegar al hospital, pues vive lejos de la ciudad, y no había ambulancia para que la recogiera en su casa; ni tenía dinero para pagar un taxi. 

-Tengo vecinos que me brindaron su carro, pero como mínimo debía pagarles la gasolina, algo que tampoco me era posible. Así que casi dando tumbos llegué al Calixto García. Hacía muchos años que no visitaba el lugar y realmente es deprimente, tanto por la falta de higiene como por lo deteriorado que está. Señora -me dijo el médico cuando me atendió-, menos mal que usted vino hoy, si viene mañana le tengo que cortar la pierna. 

Afirma la señora que la sinceridad de aquel galeno, rozando la grosería, la sobrecogió.  

-Doctor, si usted tiene algún problema para atenderme yo me voy.

-No –dijo el médico; de problemas no vamos a hablar. Mira a tu alrededor y saca tus propias conclusiones. Pero como a nadie le importa, a mí tampoco. El caso es que el médico de familia que te puso ese tratamiento es un irresponsable. He visto amputar muchas piernas por eso.

Después que le indicaran el nuevo tratamiento, Idania regresó a su casa como pudo. Ahora, mientras pasa las horas con su pierna extendida en obligado reposo, se pregunta: “Creo que nunca lo voy a ver, pero ¿llegará el día en que los cubanos podamos comprar un  carro, y no andar subiendo a camiones y guaguas repletas? ¿O tener una casa cómoda? ¿Podremos algún día salir del país sin tener que gastar miles de pesos, libremente, sin permiso de salida y entrada? ¿Algún día las personas saludarán, te dejarán el paso libre y no te empujarán cuando subas a una guagua? ¿Que el médico no esté disgustado, y la consulta este limpia? ¿Viviremos algún día en un país donde el extranjero no valga más que uno porque tiene dólares? Me pregunto si algún día volveremos a ser personas normales.

amarilisrey@yahoo.com




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