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Crónica de un accidente

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Un lamentable accidente de tráfico, acaecido recientemente, pone sobre el tapete las contradicciones en las que se debate el país.

Dos automóviles marca Lada colisionaron en la intersección de las calles 26 y 19, en el barrio Vedado. Uno de los autos no respetó la señal de parada obligatoria y el otro, aunque por una senda preferencial, venía a exceso de velocidad. Las autoridades no han emitido un dictamen final de los hechos.

A consecuencia de los traumas recibidos, Claudia Estévez, de 22 años, falleció en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital capitalino Calixto García. Ambos choferes y un pasajero sufrieron fracturas, aunque sin peligro para sus vidas.

Claudia era nieta de un antiguo escolta de Fidel Castro. La abuela fue jefa de personal de la empresa CUBAZUCAR, del Ministerio de Comercio Exterior. La mamá de la joven, Tamara, trabajó como dependienta del restaurante Mi conuco, que presta sus servicios en moneda convertible. Se había casado con un italiano, y acababa de regresar de Italia cuando se produjo la tragedia. Tamara, que se rapó la cabeza como promesa a un santo por la recuperación de su hija, está prácticamente destruida, y se niega a recibir a nadie. El padre de la muchacha, residente en España, no tenía mucho contacto con la hija. El novio, de 17 años, sobreviviente de la catástrofe, no era aceptado del todo en la casa; a pesar de que ambas madres eran amigas.

Claudia creció en medio de una familia escindida por los avatares de los últimos años, no muy diferente del resto de nuestras familias. Sus amigos la recuerdan como una muchacha bella y alegre. Abandonó este mundo cuando prácticamente comenzaba a vivir.

El vehículo en que viajaban Claudia y el novio pertenecía al Instituto Cubano de la Música (ICM) y estaba asignado a Alina Orraca, directora de la Schola Cantorum Coralina y de la Coral Juan Pablo II. El ICM, desde hace años, no asigna presupuesto para la reparación de los vehículos; algunos de ellos ruedan en condiciones técnicas deplorables. Aunque superior a la media, el salario de la mayoría de los músicos cubanos no es suficiente para asumir los gastos de un automóvil.

Alina prestó el auto al esposo de la amiga, en cuya casa vivía. El hombre utilizaba el carro como taxi, con el propósito de buscarse unos pesos, y había recogido a la pareja momentos antes; si el tribunal lo encuentra culpable deberá salir del hospital directo a la prisión, para cumplir de 1 a 10 años de privación de libertad.

El otro automovilista perdió, en el apuro, la inversión de años que había realizado en el auto y la salud, debe quedarle el remordimiento de haber ocasionado el accidente por su imprudencia.

Los sobrevivientes esperan el juicio. Más allá de cualquier sentencia, todos sufren por la irreparable pérdida de una vida.




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