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Algo se está moviendo

Gustavo E. Pardo

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - El mundo ha cambiado en los últimos 50 años, dejando atrás el recuerdo de la discriminación racial en los Estados Unidos, el apartheid sudafricano, el espanto y la ineficiencia del extinto campo socialista, las dictaduras latinoamericanas, y otros tumores sociales que afectaron al planeta.

Durante estos años pareciera que en Cuba no ha ocurrido nada. Todo se desenvuelve entre logros, sonrisas y apoyo al régimen. No suceden hechos delictivos violentos, no hay protestas sociales, ni siquiera accidentes de tránsito dignos de ser destacados.

Sin embargo, en la Isla del silencio, algo se está moviendo desde abajo que apunta hacia arriba.

Desde su asalto al poder, el régimen marxista establecido en la Isla ha seguido una política consecuente con sus fines de obtener el predominio y control social que garantice  la continuidad indefinida en el poder del grupo gobernante y de sus sucesores.

El primer paso en este proyecto fue desgastar y, ulteriormente, desarticular a las organizaciones sociales que podían constituir un riesgo para el control hegemónico de la sociedad. El resultado de esta estrategia fue la desaparición de los partidos políticos tradicionales y de instituciones de tanto prestigio como el Club Rotario, el Club de Leones, los  colegios de profesionales y de otras, que hasta ese momento habían desempeñado una acción positiva dentro de la sociedad civil cubana.

El nuevo gobierno hizo una prioridad del control de las organizaciones político-revolucionarias que habían participado en la lucha contra el régimen de Batista, así como de los sindicatos y asociaciones estudiantiles, las cuales fueron a un mismo saco: las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas). Esto, unido a una campaña de terror sistemático, simbolizada por el paredón de fusilamiento y la condena a largas penas de cárcel de quienes disentían del régimen, fueron acallando primero, y silenciando después, todo vestigio de protesta pública.

En Cuba resulta más sencillo conocer las divergencias ocurridas dentro de la cúpula gobernante, que de las  protestas sucedidas en otros niveles de la sociedad cubana, de las cuales apenas se conocían algunos detalles.

La crisis económica y social por la que atraviesa la nación, la ausencia visible del máximo líder, las expectativas que se generaron en derredor a la personalidad del nuevo jefe de Estado, así como las vacilaciones incurridas para aplicar medidas sociopolíticas realistas, han generado una creciente inquietud entre un sector muy importante para el gobierno: la juventud.

Las nuevas tecnologías de comunicación, pese a los esfuerzos que hace el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones por  limitar su uso, nos han posibilitado conocer los debates establecidos entre intelectuales y artistas que expresaban  su descontento.

Sin embargo, ahora son jóvenes estudiantes y simples profesionales quienes están dando una clarinada de alerta: la crisis ha llegado hasta las raíces.

Si se tiene en cuenta que en Cuba se conoce apenas un por ciento muy pequeño de la realidad, puede intuirse que algo se está moviendo, y que en ese movimiento está el futuro.  




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