Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Cuba está en peligro. Lo dice el doctor Bisset. Las observaciones no llegan con la singular acústica de quien habla desde una celda. Tampoco en un pedazo de papel estrujado, escrito con letras del tamaño de una hormiga y con mil dobleces para burlar la mirada insomne del chivato, el cacheo de rigor o la fatal intuición del oficial de guardia.

Este doctor Bisset que advierte sobre una posible catástrofe, no es el que cumple 20 años de prisión en el Combinado del Este por poner en perspectiva los pormenores de un desastre consumado.

Aquel, el encarcelado, puso una lupa sobre las pústulas de un socialismo que presentan como apto para continuar en las pasarelas de la historia. En vez de un examen de rutina por el cuerpo de la nación, decidió practicar un análisis profundo que arrojó sobradas pruebas para decretar la gravedad y la muerte.
Por si fuera poco, decidió leer en voz alta las acotaciones estampadas en los exámenes clínicos. Oscar E. Biscet señaló las deficiencias de una revolución que en sus andaduras rumbo al éxito fue a parar al limbo. Además, encontró el antídoto contra el miedo en una esquina de su conciencia, y puso el hallazgo a disposición de la gente del barrio.

Quizás haya hecho el intento de leer, de punta a cabo, el reportaje aparecido recientemente en el diario Juventud Rebelde sobre la crisis sanitaria que podría conducir a una nueva epidemia de dengue, y determinar que no estaba equivocado en sus continuas denuncias sobre la alarmante situación del país. 

Este Bisset (que no es el mismo ni se escribe igual), que  se desempeña como jefe de control de vectores del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, enfatiza la posibilidad de que el dengue se convierta en una enfermedad endémica de no cumplirse con las medidas epidemiológicas correspondientes.

En un tono que evita cuestionamientos de envergadura a entidades responsables de supervisar y controlar la situación higiénico-epidemiológica, el doctor Bisset, acompañado por su colega Guadalupe Guzmán, insta a redoblar la atención en vistas a alejar la amenaza de un brote epidémico en el próximo verano.

Para tener una idea de lo peligroso que podría resultar una infestación masiva, a través de la picada del mosquito Aedes Aegypti, basta saber que quienes han padecido de dengue anteriormente, un nuevo contagio aumentaría las probabilidades de una muerte súbita.

¿Acaso puede haber una noticia tan amarga al conocer que casi el 50% de la población cubana padeció la enfermedad a raíz de la epidemia que azotó al país en 1977?

Es iluso pensar que todos los ciudadanos tomen conciencia sobre la necesidad de acatar las medidas profilácticas para disminuir el nacimiento y desarrollo de las larvas.

La mayor parte de las exhortaciones en los diversos medios de comunicación para que las personas tapen los recipientes donde almacenan agua, revisen las macetas con plantas ornamentales expuestas en ventanas y balcones, y contribuyan a la recogida de desechos sólidos en sus alrededores, no surten el efecto deseado.

En términos generales, es baja la disposición de adoptar lo que prescriben  inspectores, epidemiólogos y periodistas. 

Dejar destapados los envases con las reservas de agua limpia en el hogar, o lanzar una lata de refresco vacía hacia la calle es lo normal en Cuba.

Las normas de urbanidad no existen desde hace tiempo. ¿Y los miles de salideros que mantienen anegadas avenidas y callejones?

El doctor Juan A. Bisset y la doctora Guzmán previenen sobre el dengue. Deberían haber tenido en cuenta que también podríamos enfrentar otras epidemias.

La proliferación de los basureros en las esquinas y las deposiciones de perros y gatos por doquier, indican que cada día somos más vulnerables.
¿Será dengue, gripe aviar, el virus H1N1, cólera o paludismo?  Cualquier plaga es posible. Las condiciones están dadas. Un breve escrutinio desde mi ventana o un paseo por cualquier barrio capitalino, es suficiente para confirmar la autenticidad de las alarmas.

oliverajorge75@yahoo.com