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Café por las nubes

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Las autoridades ya no encuentran qué hacer, con tal de ganarse a las nuevas generaciones.

La motivación de los comisarios políticos, más que en la buena voluntad, se centra en alcanzar las metas trazadas por el gobierno, a pocos días del inicio del Congreso de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC). A falta de otras opciones de entretenimiento se suceden en la capital las aperturas de locales que pretenden ser opciones culturales.

Con ánimo bohemio me integré a la clientela del Café Literario, recién abierto en la esquina de las calles 23 y 12; en el Vedado. El néctar se vende en moneda nacional, lo cual es ya un logro. 

Capuchinos, café con leche y rocío de gallo (con ron añadido), que se conoce también como carajillo. Puede que lo hayan rebautizado debido al actual auge de los cuadritos de concentrado de pollo, que sustituyen al escurridizo pollo verdadero en las cocinas de los cubanos.

Lo más interesante es la reaparición en escena del chocolate con leche, un preparado que creíamos ya en peligro de extinción. Chocolate con leche como Dios manda, y no el “chocolatín” promocionado por el Inventor en Jefe.

Los precios hasta ahora han sido el principal obstáculo para que los cubanos puedan disfrutar el lugar. El costo de cinco pesos por una tacita de10 mililitros es algo desproporcionado, ya que es equivalente a la mitad del salario promedio diario de la población. Parece que a los directivos comunistas se les olvidó el valor de un centavo cuando el café postrevolucionario costaba 10 centavos la taza. 

La idea era sentarme a leer la literatura prometida, pero los anaqueles estaban casi desnudos; ni un libro de poemas, ni de literatura universal, nada actual. Casi todas las publicaciones eran papilla salpicada de politiquería; y de política ya estamos hasta la coronilla. 

Lo único que encontré fue algunos ejemplares de publicaciones infantiles. Que yo sepa los niños no toman café, ni vienen a estos sitios. ¿Será que los funcionarios del Ministerio de Cultura ven como niños a toda nuestra población? Tal vez sólo estén despistados.

No me fue mal después de todo, y pienso regresar al establecimiento. El texto infantil me fue útil para pasar un rato lejos de la vida cotidiana, donde abundan las  personas descontentas, las broncas en las colas, la espera interminable por el ómnibus, las carencias de todo tipo. Las camareras del café fueron amables, y además, había aire acondicionado, algo extraño en locales destinados al uso de la población. Veamos cuanto dura.




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