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Ni guapos ni cobardes

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Un turista argentino comentó a varios bloggers en La Habana que los cubanos no luchan contra la dictadura comunista. “Ni luchan ni se unen por sus demandas, no he visto carteles, huelgas ni toques de cacerolas contra el gobierno, como sucedía en Argentina, Chile o Uruguay durante los regímenes militares”.

La percepción tiene su lógica. Los turistas que interactúan con algunos opositores descubren los problemas de la isla, olfatean la represión y la impunidad policial. Casi todos terminan preguntando: ¿Dónde está el valor de los cubanos? ¿Por qué no luchan por sus libertades?

En principio tienen razón, pero no se percatan que el régimen socialista, a diferencia de las dictaduras tradicionales, deja al ciudadano en la total indefensión, pues el grupo que se adueña del poder se apropia también de los medios de comunicación y las fuerzas productivas, lo cual le permite controlar la economía, la cultura y la enseñanza a través de un partido que excluye al resto de las fuerzas políticas e impone su ideología desde el gobierno.

A estas características se añaden las pregonadas “conquistas sociales” (educación, salud y seguridad social), la supuesta lucha contra el imperialismo, el embargo económico y la propaganda sobre la “excepcionalidad” de la revolución cubana, píldora principal del discurso legitimador del régimen, cuyos ideólogos se apropian de los ideales más bellos para justificar la violación de las libertades fundamentales de los ciudadanos.

La pregonada “excepcionalidad” de Cuba es un mito tan engañoso como el valor de los cubanos. La historia demuestra que la represión sistemática mantiene a raya a nuestra población. Hay un terror incorporado desde la década de 1960. Los fusilamientos masivos y las condenas exageradas contra quienes se atrevieron a disentir aún paralizan a la ciudadanía. Tal vez por eso la simulación, el choteo y la tendencia a emigrar en vez de enfrentar a la dictadura, confunden a las personas de buena voluntad que se preocupan por la situación de la isla.

Los cubanos no somos guapos ni cobardes. Quienes nos comparan con los alemanes del este, los checos, los polacos y los rumanos desconocen u olvidan que esas naciones soportaron el totalitarismo comunista hasta que la Unión Soviética –que lo impuso al finalizar la Segunda Guerra Mundial- cayó en crisis a mediados de los ochenta.

El régimen insular ya no cuenta con los recursos y la asesoría de la antigua Unión Soviética, pero recibe la ayuda de otros gobiernos y mantiene intacto el control totalitario a pesar de la inoperancia de su sistema de dominación. Es lógico pensar en la unión de las fuerzas opositoras y en las manifestaciones masivas –como sucedió en Argentina o Chile-, pero eso no florece en Cuba. Aquí hay una transmutación de valores. Estamos tan saturados de consignas y  enemigos que  las personas pasan la página cuando se habla de valor y patriotismo.




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