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De penas y derrumbes

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Lo más visible de esa esperanza que el periodismo oficial suele vender como nueva y duradera, son sus grietas. Aunque se muestre el mejor ángulo con el fin de crear un estado de opinión favorable, es obvio que la pedagogía en Cuba seguirá en franco declive.

En los intersticios del triunfalismo desplegado en las páginas del semanario capitalino Tribuna de La Habana, el sábado 30 de enero se asoman la superficialidad y el delirio.

¿Es lógico reanimar a un muerto? ¿Cómo pensar en una restructuración cuando lo que hace falta es levantar una nueva arquitectura institucional sobre las ruinas? ¿Cómo elevar la calidad de la docencia y aumentar sustancialmente el número de profesores con salarios que se pierden en la inflación, aulas deterioradas, crónicos problemas con el transporte y un sinnúmero de dificultades que conservan la lozanía a pesar de su longevidad?

Los esfuerzos vertidos a favor de las soluciones terminan evaporándose. El parche retórico y la ingeniería del sacrificio revolucionario establecen las pautas de un esquema que se repite.

Detrás de esos muros siguen los derrumbes éticos, el reciclamiento del absurdo, las incineraciones del sentido común y toda una suerte de aquelarres con sus réplicas y sus  destemplanzas.

Todavía la necesidad de cubrir plazas con maestros debidamente capacitados, es una realidad que confirma el fracaso de las gestiones gubernamentales. Todos los niveles de enseñanza presentan problemas de esta índole, aunque los mayores escollos se encuentran en el nivel secundario, de acuerdo al punto de vista de Zoe La Red Iturria, subdirectora provincial de enseñanza media, expuesto en el semanario.

Alrededor de mil 500 aulas permanecen abiertas en la capital, gracias a maestros en proceso de formación, auxiliares, jubilados del sector reincorporados y otras personas con ciertas habilidades en el ámbito pedagógico.

La emergencia como recurso para atenuar la crisis, abre las puertas a personas que, lejos de servir para recuperar los ya inalcanzables parámetros de educación formal y adecuado nivel instructivo, se convierten en elementos que estimulan los índices de mediocridad manifestados por jóvenes y adultos pésimamente formados en las escuelas.

El gobierno busca la manera de mantener uno  de sus principales referentes con los cuales ha logrado convencer a medio mundo sobre la viabilidad del sistema. Junto a la salud pública, la educación forma parte de una coartada que sirve para crear la ilusión de que Cuba es un paraíso.

Ambas modalidades con acceso universal y “gratuito” no solo son útiles fronteras adentro, también sirven como producto de exportación para consolidar apoyos políticos y diplomáticos en el Tercer Mundo, lograr puntuales réditos mediáticos y transmitir los fundamentos ideológicos del socialismo real mediante pomposos actos humanitarios.

Es un imperativo del poder recuperar el terreno perdido tanto en los servicios de salud como en la educación.

La reacción llega cuando el estrépito de los escombros es una imagen real y el polvo del desastre es una nube que cubre la nación de punta a cabo.

Continuar vendiendo la esperanza como si fuera un producto acabado de sacar del almacén, es un insulto.

De la masividad a la apatía, de la revolución a la involución, de lo sublime a lo ridículo. Basta meditar sobre esos recurrentes itinerarios para ver las grietas de un país que se desmorona en cámara lenta.

oliverajorge75@yahoo.com




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