IMPRIMIR
Una incertidumbre llamada Obama

Gustavo Pardo Valdés

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Durante los años de República, por lo general, la población cubana simpatizaba con el Partido Demócrata. Esta preferencia puede achacarse al liderazgo que ejerció Franklin Delano Roosevelt, en particular sobre temas muy sensibles para Cuba, tales como la devolución de Isla de Pinos a la soberanía cubana, la derogación de la Enmienda Platt y los tratados de asistencia y colaboración económica firmados entre ambos países durante su gestión presidencial.

Esta situación cambió radicalmente a partir de la asunción al poder del también demócrata John F. Kennedy, y la ulterior implementación de una política errática hacia Cuba, que concluyó con el desastre de Playa Girón (Bahía de Cochinos), la Crisis de Octubre y los acuerdos secretos firmados con el gobierno ruso, que legitimaron al gobierno de Cuba.

A partir de entonces los cubanos identifican a los presidentes demócratas como gobernantes débiles, por lo que la mayoría de los desafectos al régimen, prefieren tener a un republicano en la Casa Blanca.

La política internacional seguida por Bush facilitó la elección de Barack Obama, figura que emergió como una alternativa viable para restituir la credibilidad de los Estados Unidos ante el resto del mundo.

No obstante, este nuevo actor, que salía a la escena internacional envuelto en una aureola de diálogo y paz trajo, tanto al gobierno cubano como a la oposición, una sensación compartida de incertidumbre.

Los opositores sintieron gravitar sobre ellos el fantasma de las derivaciones que les traería el inicio de un proceso de negociación encaminado a normalizar las relaciones entre ambos países, efectuado entre un gobierno demócrata, tradicionalmente susceptible a ceder a las demandas del experimentado e intransigente gobierno de la Isla, sin obtener el resultado deseado.

Se conoce del interés del gobierno de Cuba por eliminar la Ley de Ajuste Cubano, a Radio y TV Martí, el apoyo del gobierno norteamericano a las organizaciones contestatarias cubana, el cierre de los salones de navegación por Internet en la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, y otras medidas que limitarían la interacción con el exterior de los grupos de la sociedad civil independiente, propiciando su aislamiento.

Estas expectativas han crecido a partir de las recientes vacilaciones del gobierno norteamericano para anunciar la asignación de los fondos dedicados a auxiliar a las organizaciones radicadas en los Estados Unidos, que se dedican a apoyar a la sociedad civil emergente dentro de la Isla.

Es cierto que la preocupación existe, pero también lo es que Obama se encuentra cumpliendo su primer periodo de gobierno, y que aun tienen enfrente una elección parcial del Congreso, y la posibilidad de su reelección. Cabría preguntarse, ¿puede Obama distanciarse, o lo que es peor, enfrentar la ira del exilio cubano?

Es necesario recordar que los cubano-americanos pueden ser demócratas, republicanos o independientes, pero entre todos existe un consenso: la necesidad de lograr la democratización de Cuba. Esperamos que, con el paso de las semanas y los meses, la incertidumbre se disipe; lo cual no excluye la posibilidad de que parte de esta ayuda sea reorientada y, quizás, mejor fiscalizada.

Por otra parte, existe la incertidumbre ante Obama también invade al equipo gobernante cubano, dado que el nuevo mandatario norteamericano se presenta como un hombre de ideas izquierdistas, procede de una minoría tradicionalmente discriminada, es proclive al diálogo y  la negociación, y fue recientemente galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

Los gobiernos totalitarios necesitan a toda costa el mito de un enemigo externo, para que la atención de sus pueblos esté concentrada fuera del ámbito donde se desarrollan sus verdaderos problemas y justificar parcialmente la represión.

Si Obama tiende la mano al régimen cubano en busca de una solución al diferendo que sostienen ambos gobiernos, al régimen sólo le quedará continuar atrincherado en las viejas y obsoletas ideas del pasado, el descrédito nacional e internacional, y, posiblemente, el inicio de cambios estructurales aun no bien definidos, pero que, inevitablemente, habrán de conducir a la apertura económica y política de la nación.




http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.