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¿Será Bruno el próximo indigno?

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - No importa que tenga cara de persona decente y de haber sido un escolar que obtenía buenas notas. Bruno Rodríguez, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, no está exento de sufrir graves ofensas si cae en desgracia.

Robertico Robaina, ex ministro de ese organismo fue defenestrado por los años noventa, acusado de no haber podido interpretar a cabalidad el pensamiento político avanzado del Comandante; luego, el sucesor, Felipe Pérez Roque, fue despedido deshonrosamente de su cargo y calificado por el Comandante como indigno.

No han sido ellos los únicos que han sufrido ofensas e insultos públicos por cometer errores. La prensa estatal ha reflejado durante medio siglo los más disímiles improperios pronunciados por el Comandante como parte del sube y baja de los dirigentes políticos cubanos.

Teniendo esto en cuenta, Bruno debe estar alerta. En una entrevista que publicó el periódico Trabajadores el pasado 4 de enero, titulada Con Bruno Rodríguez sin corbata, el ministro explicó su personalidad: no es fiestero y mucho menos bailador, algo que seguramente gusta a los hermanos Fidel y Raúl. Es de carácter serio, siempre supo improvisar discursos y ama el trabajo, supongo que sobre todo el que realizó durante años en Nueva York como representante de Cuba ante Naciones Unidas.

Su entrevista me da mucho que pensar. Suena como si fuera un pensador independiente. Dice que “Uno tiene que defender su opinión y ser honesto a la hora de ofrecerla, hablar desde lo que piensa”.

Algo así dijo nuestro Martí.

Lamenta haber pasado tanto tiempo en reuniones en vez de haber disfrutado más de su juventud, sobre todo en la Playita de 16, en el barrio residencial de Miramar.

En pocas palabras: si es verdad que Bruno Rodríguez piensa, como dice, que “se debe respetar las edades de la juventud, no pretender que hagan cosas que no les corresponde, que, a la larga, funcionan en menoscabo de su frescura, autenticidad y originalidad”, estamos, ante un canciller que no sólo actuará por disciplina.

Peligrosas palabras para el canciller de una dictadura que solos espera de el que sea capaz de “interpretar cabalmente el pensamiento del Comandante en Jefe”.

Por mi experiencia de septuagenaria, creo sentir un pequeño ruido en los oídos. Sobre todo si recuerdo a aquel otro Bruno -Giordano- acusado de hereje y quemado vivo por la Iglesia Católica en 1600, que, además de ser tocayo, para colmo hasta se parece un poco al ministro en sus rasgos faciales a este.  

Aquel Bruno defendió sus opiniones hasta el final y por ello fue a la hoguera. Es un personaje que respeto y admiro mucho. A nuestro Bruno, si es de actuar transparente como afirma y también le da por defender sus ideas cuando sus convicciones estén en conflicto con las instrucciones de “arriba”, también le puede esperar la hoguera, como ocurrió a sus predecesores.




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