IMPRIMIR
Victoria chilena

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Con las elecciones presidenciales del 17 de enero, Chile ratificó su posición de avanzada en democracia y civismo en Latinoamérica. Más que el reconocido triunfo electoral  del candidato de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera, sobre el  ex–presidente Eduardo Frei, representante de la Concertación, alianza de centro izquierda, esencialmente constituida por los partidos  Socialista y Democratacristiano, el triunfo en estos transparentes comicios le corresponde al pueblo chileno y a su voluntad de progreso.

Tras la siniestra noche del pinochetismo y la fractura social que provocaron los años de tiranía, los chilenos, de forma racional y civilizada, encontraron la salida a su crisis por vías pacíficas y de reconciliación nacional. A partir de 1990 iniciaron una época de cambio, que convirtió a Chile en una referencia de desarrollo integral para América Latina y el mundo. Demostraron que cuando existe la voluntad de dejar atrás la apatía, y afanarse por un futuro digno, se pueden lograr cotas muy altas de democracia, mejoramiento económico y desenvolvimiento social.

Desde entonces, Chile ha reducido a la tercera parte los niveles de pobreza y tenido un crecimiento económico en los últimos 20 años de alrededor del 3,7% del PIB a precios constantes, el mayor en la región, con un per cápita a paridad de poder adquisitivo (PPA) de 13 800 dólares US (2007), que  aproximadamente duplica el de Cuba, según cálculos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD 2009). 

Asimismo, se observa un impresionante crecimiento del Índice de Desarrollo Humano (IDH) entre 1990 (0.795) y 2007 (0.878) de 10,4%, con particulares logros reales en los campos de la salud, educación y seguridad social -modélicos para  la región- obtenidos sin demagogia, propaganda e información manipulada. Ciertamente, existen problemas que vencer, pues a pesar del mejoramiento general del nivel de vida de la población, se mantienen significativas diferencias entre los ingresos de los sectores más ricos con respecto a los más desfavorecidos, con un nivel de pobreza (13,7%) -que aunque relativamente bajo en términos latinoamericanos– deberá continuar reduciéndose.

En el plano internacional, Chile ha ocupado posiciones mucho más relevantes, y es uno de los países con más tratados de libre comercio firmados en el mundo; un indicativo de su alto grado de competitividad económico-comercial. Sin embargo, aún hay terrenos en los que debería jugar un papel mucho más sustancial, acorde con su creciente prestigio. 

Es el caso de su papel internacional en materia de derechos humanos, aunque no se puede desestimar su actividad, en ocasiones la actitud de algunos de sus gobernantes no se ha correspondido con sus trágicas experiencias. Cabe mencionar la visita de la Presidenta Michelle Bachelet a Cuba en 2009, sin duda una respetable estadista con grandes éxitos en su mandato, pero que fue indiferente durante la estancia a los sufrimientos del pueblo cubano y de los presos políticos y sus familias, provocados por el totalitarismo; una conducta que lamentablemente reprodujo la actitud de otros prestigiosos dirigentes como Lula da Silva y Tabaré Vázquez.  Quizás en algún momento, o en sus memorias, brinde alguna explicación sobre ese inexplicable comportamiento, contradictorio con su trayectoria política.

De las elecciones en el país austral se puede sacar la conclusión de que existe un total rechazo a los extremos políticos de derecha e izquierda.  El otrora poderosísimo Partido Comunista de Chile, sin fuerza electoral para presentarse solo, tuvo que coaligarse con pequeñas organizaciones para  obtener un  pobre resultado de 6,3%, en la primera vuelta electoral.

Con la victoria del candidato de centroderecha Sebastián Piñera, han surgido especulaciones sobre la ejecución de un programa menos proclive a promover avances sociales que la Concertación.  Esas evaluaciones se basan en antiguas concepciones, ajenas a los tiempos actuales. Hoy, cualquier estadista responsable, sea cual fuere su ubicación política, comprende que el equilibrio en una nación es vital para su desarrollo, y que la democracia y la justicia social no son factores etéreos, sino indispensables. Ejemplos de gobiernos que no son de izquierda como el de la Canciller Ángela Merkel en Alemania, lo demuestran, al mantener una acción más equitativa y justa en materia laboral interna e internacionalmente apegada a los principios democráticos y de defensa de los derechos humanos, que otros que  se autoproclaman socialistas en la propia Europa.

 El pueblo chileno, con su sostenido progreso económico y social, al igual que otras naciones como Corea del Sur, Malasia, Brasil, India, China, Viet Nam y Taiwán, aún con problemas que resolver, han demostrado que se puede salir del atraso y el subdesarrollo, y que culpar a los extranjeros es sólo un pretexto para justificar la incapacidad interna. 

Indudablemente los pueblos tienen responsabilidades. Algunos se dejan abatir por la apatía y la falta de civismo, y depositan ciegamente su confianza en  demagogos, los cuales -enfermos incurables de delirios de grandeza-  los manipulan como corderos. En lugar de lamentaciones, como señalara hace muchos años un distinguido político e intelectual cubano, se requiere el cultivo de la virtud nacional.




http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.