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El fin de las ilusiones

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) – Que nadie piense coger mangos bajitos. Este es el mensaje en que se recibe después de escuchar las palabras del Presidente cubano Raúl Castro en su discurso de clausura del último período de sesiones de la Asamblea Nacional.

En otra parte de su discurso, el mandatario envió un mensaje a quienes pensaron aflojar las riendas del poder, donde deja bien claro que no habrá cambios en ese sentido. Y reafirmó que las calles siguen siendo de los revolucionarios, amenaza velada a las Damas de Blanco, y garantizó el derecho de los revolucionarios (turbas al acecho) a reprimir cualquier leve manifestación de desacuerdo con lo establecido por el gobierno. En realidad, dio un espaldarazo a todos los que insultaron a las Damas de Blanco.

En cuanto a los presos desterrados recientemente, los volvió a acusar de estar al servicio del gobierno de los Estados Unidos y su política subversiva, negó que fueran prisioneros de conciencia, cuando expresó que ninguno fue condenado por sus ideas, y repitió aquello de la amenaza a la independencia de Cuba de parte de una potencia extranjera.

Asimismo, aseguró  que no tolerarán ninguna expresión ni acción que promueva cualquier tipo de cambio o transición. Más claro, ni el agua. Descartadas quedaron las gestiones de la  Iglesia Católica y del canciller español para que el gobierno adelante las reformas necesarias que reviertan la catastrófica situación insular.

Sobre este punto, obsérvese que nunca abundaron en explicaciones sobre lo que se conversó, y además, comisionaron al Cardenal las gestiones de preguntar a los presos si querían o no salir del país o no. Luego, los desterraron como si fueran narcotraficantes o terroristas peligrosos, sin estatus definido. ¿Se detuvo entonces el proceso que el Cardenal Ortega y el canciller Moratinos mencionaron? ¿A dónde fueron a parar las premoniciones de quienes cifraron alguna esperanza de respirar el aire fresco de los cambios tan esperados?

Una vez más soltarán a un cierto número de presos, y que se preparen los que vendrán después, porque según las propias palabras de Raúl Castro, “no habrá impunidad”.

Ni una sola palabra será borrada de las leyes represivas, como la 88, conocida como Ley Mordaza. Por lo visto, nada cambiará en Cuba. Quienes se opongan al gobierno seguirán bajo la amenaza de dar con sus huesos en la cárcel. Los que pretendan decir la verdad en voz alta en las calles, que se preparen para recibir golpes como respuesta rápida de las turbas llamadas por los gobernantes “el pueblo enardecido”. No se equivocan quienes califican al gobierno de intolerante e intransigente.




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