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El socialismo de Pol Pot

Baldomero Vásquez

CARACAS, Venezuela, agosto, www.cubanet.org -En el remolino de informaciones internacionales, incluyendo las alucinaciones de Fidel Castro sobre una inminente guerra nuclear, pasa inadvertida la sentencia de un tribunal de la ONU condenando a Kaing Guek Eav, alias Duch, a 35 años de cárcel. Duch fue uno de los integrantes del régimen socialista implantado por los Jemeres Rojos en Camboya en 1975 y que liderizó Pol Pot -el Frankestein fabricado por Mao a su imagen y semejanza. 

Sería imperdonable permitir que desaparezca de la memoria histórica de la humanidad la muerte de  cerca de dos millones de inocentes que fueron aniquilados por el socialismo polpotiano. En solidaridad con ellos, y para repudiar en voz alta tanto a verdugos como a seguidores de ese régimen criminal, vamos a describir las características más sobresalientes de aquel experimento socialista que devastó Camboya entre 1975 y 1979.

El rasgo principal del socialismo camboyano fue el igualitarismo económico radical. Eliminó  de raíz la propiedad privada, el mercado y el dinero. Estableció  la cooperativa agrícola como la unidad básica de producción de la nueva organización socio-económica. Según los jemeres rojos, sería la propiedad social de dichas cooperativas el pivote del cual emergería la “nueva civilización socialista” y que, según ellos significaría el “fin de la explotación, de la dominación imperialista y de la desigualdad social” (Heller A. El Péndulo de la Modernidad, p. 197-233). A fin de impedir la reproducción del capitalismo, fueron abolidas la familia y la religión.

El socialismo camboyano liquidó casi la cuarta parte de la población del país. Ante semejante genocidio, la izquierda (comunista, ex-comunista y socialista democrática) ha sido consecuente en su conducta de no darse por enterada (los cínicos dicen que allá no hubo socialismo, sino “capitalismo de estado”).

La mayoría, nunca se refiere al infame legado de Pol Pot. Como para ellos el mal sólo proviene del capitalismo, esos hechos criminales simplemente no existen porque los socialistas siempre gobiernan orientados por principios humanistas de igualdad y solidaridad con los pobres. Principios que los cubren con un manto de superioridad moral que los hace inmunes a cualquier cuestionamiento aunque esté soportado en mortandades reales.

Otros, justifican la matanza. Así, en 1980, el lingüista estadounidense Noam Chomsky -ídolo de la izquierda mundial- explicaba las centenares de miles de víctimas por las enfermedades que habrían causado la guerra provocada por el imperio norteamericano. Para él, las hambrunas masivas no habían sido causadas por la irracionalidad del sistema socialista establecido por los jemeres rojos.

Los peores, sin duda son los seguidores de aquel monstruoso régimen. Uno de ellos, el jefe de las guerrillas comunistas de los 60 en Venezuela, Douglas Bravo, fundador del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), de ideología maoísta, admitió en 1978 las relaciones con el Partido Comunista de Camboya (creado en 1960 por Pol Pot) y su apoyo a “las luchas libradas por el pueblo camboyano contra el imperialismo y por la construcción del socialismo” (Conversaciones con Douglas Bravo. Ateneo. 1978. p. 211). 

En otra entrevista –concedida al desaparecido profesor Alberto Garrido- Bravo afirmó que el presidente Chávez formó parte de su organización cuando estaba en el seno de las Fuerzas Armadas. Y éste daría una confirmación indirecta de su afiliación al PRV, el 30 de enero de 2005 en su discurso en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, al afirmar: “Yo soy maoísta desde que ingresé a la Academia Militar” (1).

Esta es la raíz, de innegable inspiración maoísta, que tienen las comunas del socialismo del siglo XXI que, como alternativa al capitalismo, propone el gobierno de Chávez en Venezuela. Si se concretan, llegaremos al mismo infierno al que el guerrillero comunista Pol Pot condujo a Camboya.

1) http://www.forumsocialmundial.org.br/download/Chavez_speech_at_Porto_Alegre.pdf




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