"El régimen sabe que la corrupción acabará con este comunismo tropical"

Gionata Chatillard | Madrid

Félix Bonne habla reciente por teléfono en La Habana | AFP

Félix Bonne habla reciente por teléfono en La Habana | AFP

Cuesta asociar su voz aguda, cándida, casi de niño, con el cuerpo de un septuagenario que pasó tres años en las cárceles cubanas. Y aún más cuesta asociarla con una figura demacrada como la de Guillermo Fariñas, el disidente que está desafiando al régimen con una huelga de hambre. Pero Félix Bonne Carcassés está decidido a recoger su testigo, a sustituirle "si el Gobierno le deja morir". Algo que, en sus palabras, «ocurrirá con toda seguridad».

Bonne enseñaba en la Facultad de Ingeniería antes de ser expulsado en 1991. "Fui profesor de Alejandro Castro, el hijo de Raúl", recuerda en una conversación telefónica con EL MUNDO, reivindicando con orgullo no sólo el amor que profesa a su país, sino también su antigua fe en la Revolución castrista: "Cuando era profesor me ofrecí para ir a combatir a Angola, mientras otros se comían jabón con tal de no ir".

Luego las cosas cambiaron y Bonne empezó a mostrar su disconformidad con el régimen. "Llegué a ostentar un récord de detenciones, 26 o 27". Hasta que en 1997 fue condenado por sedición tras criticar públicamente el Gobierno de Fidel.

P.– ¿Cómo surgió la decisión de la huelga de hambre?

R.– Me ha conmocionado el estado en que se encuentra Fariñas y he decidido que su súplica no puede quedar en vano. Creo que es un deber. No estamos exigiendo cambios políticos, sino la liberación de 26 presos. Sólo queremos que el Gobierno aplique la ley como lo hace cuando viene Moratinos.

P.– Antes Orlando Zapata, ahora Fariñas y luego usted... ¿Hay una estrategia planificada detrás de las huelgas de hambre?

R.– No, es una iniciativa muy personal. Hasta ahora nadie se ha ofrecido para seguir en el caso de que a Fariñas y a mí nos pase lo peor.

P.– ¿Cómo recibieron la noticia sus compañeros y familiares?

R.– Todos, sin excepción, han tratado de disuadirme. Pero yo no soy un suicida. A mí me gusta la vida, me gusta el teatro, el ballet, leo poesía lírica, tengo una colección de música... Pese a mi edad, cuando veo a una mujer contundente aún me desordeno por debajo de la garganta. Amo a mi vida y a mi familia, pero mucho más a mi país.

P.– ¿Por qué no empezar ahora mismo su huelga de hambre?

R.– Porque sería dividir la atención. De hecho, estamos pidiendo que no haya varias iniciativas de este tipo a la vez, porque la policía política podría aprovecharse de la situación, infiltrar a falsos huelguistas y grabar vídeos donde se les ve comiendo. Ya ha pasado.

P.– ¿Cree que Fariñas morirá?

R.– Estoy seguro de que el Gobierno le dejará morir. Y a mí también.

P.– Usted salió de la cárcel en el año 2000. ¿Ha vuelto a recibir amenazas en los últimos años?

R.– Constantemente. Ahora la policía política tiene un método similar al que utilizaba Vladimiro Montesinos en Perú: te citan, te llevan a una casa a comer y te graban, así tienen elementos para chantajearte y demostrar que colaboras con ellos.

P.– ¿Y de qué hablan?

R.– Son conversaciones cordiales. Te dan esperanzas, aseguran que piensan hacer cambios, pero que hay que tener paciencia...

P.– ¿Cree que el cambió llegará?

R.– Ni EEUU, ni la UE, ni los disidentes vamos a acabar con este comunismo tropical. Lo que va a acabar con este régimen totalitario es la enorme ineficiencia y corrupción del sistema. La misma cúpula sabe que esto no se puede sostener.

P.– Usted habla abiertamente de «régimen totalitario». ¿No teme repercusiones?

R.– Citando al poeta José de Espronceda: "Mi vida por perdida ya la di". Siempre lo leía en la cárcel.



TOMADO DE EL MUNDO, ESPAÑA



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