Viudas negras y damas de blanco

JOSÉ MARÍA CARRASCA

REPRESENTAN dos formas de ejercer la oposición. Las «viudas negras», muchas de ellas viudas de verdad, al haber muerto sus maridos en la lucha que sostienen contra los rusos en Chechenia, están dispuestas a matarse matando en el Metro de Moscú o donde sea, como denuncia de lo que está ocurriendo en su país. Las Damas de Blanco, esposas y familiares de los presos políticos en Cuba, desfilan con flores en la mano por las calles de La Habana, entre insultos de los castristas, para pedir la libertad de los suyos.

Lo curioso es que la protesta pacífica está resultando más eficaz que la violenta, que las Damas de Blanco están consiguiendo bastante más que las Viudas Negras, cuyas acciones terroristas provocan la repulsa en la mayoría de los países, hartos de cuerpos destrozados, de regueros de sangre y de víctimas inocentes.

Y mientras el Gobierno cubano empieza a estar contra las cuerdas por estos desfiles pacíficos de las Damas de Blanco, con el fondo trágico de los cada vez más numerosos opositores en huelga de hambre, el Gobierno ruso se cree autorizado a redoblar la represión en la zona del Caucaso, sin que oiga del extranjero más que débiles protestas. La violencia de las Viudas Negras se vuelve contra su causa, mientras esos huelguistas exhaustos, con sus mujeres por las calles de La Habana con una flor en la mano, han desgastado más a los Castro que todo lo que ha invertido el Gobierno norteamericano para desprestigiarles, que lo que hizo la CIA para asesinar a Fidel y los cubanos en el exilio, para derribar su régimen, incluido el desembarco en playa Girón. Para que luego digan que sólo triunfa la fuerza.

No sabemos cómo evolucionará la crisis chechena, entre otras cosas por desconocer casi todo de ella. Lo de la cubana, en cambio, lo ven incluso quienes no lo veían: ese régimen está podrido en su raíz, no dando ya más de sí. Se ha convertido en una inmensa cárcel para sus súbditos y en un callejón sin salida para sus dirigentes. Le está fallando hasta esa izquierda más o menos divina que antes le aplaudía. Sus grandes «logros», la educación, la sanidad, la igualdad, se estrellan contra su carácter monolítico, que le impide avanzar, y la terca negativa de sus mandos a introducir el menor cambio. ¿De qué sirve a los licenciados cubanos sus títulos si luego no pueden aplicarlos en una economía totalmente improductiva? ¿De qué sirve un sistema sanitario si faltan las medicinas? ¿Quién puede hablar de igualdad, con la elite del partido en un plano inalcanzable para el resto de los ciudadanos? Esto es lo que emerge tras la fachada de de un régimen que había sido puesto como modelo por la izquierda de todo el mundo, aunque eran pocos los izquierdistas que se habían ido a vivir allí. Y es lo que están derribando, con flores, no con bombas, esas Damas de Blanco.

 

TOMADO DE ABC.ES



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