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En la exosfera

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - En medio del más escandaloso estado de ruina e incompetencia que ha sufrido la agricultura cubana en toda su historia, delegaciones de 17 países se reunieron hace pocos días en la Isla para celebrar un simposio internacional de biotecnología vegetal, en el que fueron exhibidos (copio textual de Radio Rebelde) “los principales resultados de Cuba en los últimos dos años, con destaque para el desarrollo y producción de variedades alimenticias y forestales”.

Es fácil suponer que esos representantes extranjeros, siendo, como se supone que sean, especialistas en la materia, no desconozcan la hecatombe agrícola que hoy tiene lugar aquí. Lo difícil es hallarle un mínimo de seriedad al hecho de que tantos y desde tantos países vengan a ser testigos de nuestros avances al respecto. 

Digerible sería el asunto si los conferenciantes se hubiesen propuesto, al menos en parte, colaborar en el análisis de alternativas para enfrentar la crisis cubana. O si hubieran pasado revista a lo que ha hecho el régimen con el otrora fértil suelo de la Isla para ganar experiencia en cuanto a lo que no se debe hacer. Pero no fue eso lo que trascendió en los reportes informativos generados por el simposio.

Mientras que en los mercados de La Habana el plátano es objeto de angustioso reclamo popular, escaso y con el precio por las nubes, como si fuera especie exótica, en este IX Simposio Internacional de Biotecnología Vegetal era expuesta –dicen- la exitosa experiencia de los investigadores del régimen en la propagación de diversas variedades de plátano de alta demanda comercial.

Mientras que el arroz, imprescindible por su arraigo tradicional y básico por su idoneidad para llenar la barriga de los pobres, continúa brillando por su ausencia, y cada vez más caro, en el mercado cubano, los investigadores del patio dejaban boquiabiertos a sus invitados del exterior al presentar en este simposio sus resultados en la reproducción de células que luego se convierten en embriones, y además, revoluciona la propagación del fruto en volumen, rapidez y calidad genética.

Claro que no hay derecho a dudar de la capacidad o la responsabilidad científicas, ni de las buenas intenciones de esos especialistas de 17 países, que vinieron desde tan lejos para que les fuera servida en bandeja tamaña embriogénesis somática de guayaba criolla. Pero tal vez convendría conocer sus motivaciones.

Va y consiguen convencernos de nuestra falta de miras, al estar preocupados por el vulgar almuerzo de hoy y el desayuno de mañana, mientras que ellos vuelan alto, rumbo al futuro luminoso, precedidos por las lumbreras del régimen, cuyo reino, como ya se ha visto, no radica sobre la tierra sino en la exosfera. 




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