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Los huelguistas y el tirano

Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - En 1981 Fidel Castro no era un anciano reflexivo, sino un tirano que hablaba de futuro y enviaba tropas a las guerras de África. Sucedió entonces un hecho memorable que llamó la atención del caudillo cubano, quien se refirió al asunto con sentido justiciero y ordenó perpetuar sus palabras en un parque de La Habana.

En una cárcel de Inglaterra murieron de hambre diez huelguistas que exigían la independencia de Irlanda. El dictador insular condenó la desidia del gobierno británico y honró la memoria de los mártires irlandeses, cuyos nombres fueron grabados en una de las tarjas del pequeño obelisco edificado en la calle I entre 21 y 19, en el mismo parque del Vedado que perpetúa las imágenes del escritor francés Víctor Hugo, el político español Francisco Pi y Margall y Doña Leonor Pérez, madre de José Martí, nuestro Héroe Nacional.

Como en estos días la muerte planea en las cárceles de Cuba, donde el 23 de febrero murió el prisionero político Orlando Zapata Tamayo, tras más de dos meses en huelga de hambre, algunos habaneros encaminamos nuestros pasos hasta el monumento que evoca a Bobby Sands, Francis Hughes, Joe Mc Donnell, Kevin Lynch y otros huelguistas del IRA muertos entre mayo y agosto de 1981 en la prisión H-Block.

La primera tarja reproduce las palabras pronunciadas por Fidel Castro ante la 68 Conferencia de la Unión Interparlamentaria, el 18 de septiembre de 1891. Como las mismas cobran actualidad en Cuba las reproduzco:

“La tozudez, la intransigencia, la crueldad, la insensibilidad ante la comunidad internacional del gobierno británico frente al problema de los patriotas irlandeses en huelga de hambre hasta la muerte, recuerdan a Torquemada y la barbarie de la inquisición en plena Edad media. ¡Tiemblen los tiranos ante los hombres que son capaces de morir por sus ideas, tras 60 días de huelga de hambre! Al lado de ese ejemplo, ¿qué fueron los tres días de Cristo en el calvario, símbolo durante siglos del sacrificio humano? Es hora de ponerle fin, mediante la denuncia y la presión de la comunidad mundial, a esta repugnante atrocidad”. 

Si cambiáramos la fecha y los sustantivos gobierno británico y patriotas irlandeses, el texto de Fidel Castro honraría a dos de sus víctimas: Pedro Luis Boitel, muerto por inanición en una cárcel cubana en 1972, y Orlando Zapata Tamayo, cuyo martirio duró más de ochenta días.

La condena internacional a la tozudez, la intransigencia y la crueldad de los Castro ayudará al fin de la tiranía. La denuncia y la presión de la comunidad mundial quizás eviten la muerte del periodista Guillermo Fariñas Hernández y otros luchadores pacíficos, que arriesgan su vida por la excarcelación de los presos políticos.

El régimen tiembla, manipula a la población y denigra a los demócratas, pero la barbarie tiene límites.




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