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Parapetados

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - De nuevo hablan Los Jefes de su preferencia por hundir la isla en el mar. Vaya gusto de esta gente por las metáforas apocalípticas. De tan ridículo sería risible si no fuera porque implica la existencia misma de la nación. No porque Cuba se vaya a hundir como la Atlántida (qué más quisieran ellos, que como Jalisco no quieren perder ni a las escupidas), sino porque un sistema fracasado, que se niega  a intentar reformarse, se empeña en arrastrarnos al  abismo. ¡Malditos los atlantes, sus imitadores, los manuales soviéticos marxista-estalinistas, por los cuales aprendieron de carretilla, y Platón, por ser el primer escritor fascista!

Pero qué digo. ¿Acaso leen a Platón detrás del parapeto? ¿Es que el aleteo de los buitres deja leer algo en paz? ¿Habrán roto los espejos? ¿Y qué hay con la mala conciencia? Porque hay que ser muy jodido para querer hundir un país tan lindo en el mar, por muchos presos políticos que exija Guillermo Fariñas para terminar su huelga de hambre, y por muy duro que se pronuncie el Parlamento Europeo.

No quiero saber de los temblores de tierra en Santiago de Cuba. Que nos quiten esa mala letra del sismo que viene. Con tanta jettatura que tienen ciertos tipos. Ya una vez, allá por el 62, estuvimos a punto de sucumbir en un holocausto nuclear. ¿A quién se le ocurrió hablar de hundirnos en el mar?   No me digan que fue a Pablo Milanés hace una tonga de años, que muy buenas canciones que escribe y no va a quedar más remedio que olvidarse de eso.   

Bienvenido, querido Pablo, al bando de las disidencias, casi ya te perdonamos aquello de “será mejor hundirnos en el mar antes que renunciar a la gloria que se ha vivido”, con la fanfarria orquestal de Frank Fernández (¡qué desperdicio!). Lo peor es que a Los Jefes le gustó el verso. ¿O lo orientaron ellos por encargo a los trovadores de la corte?

Más difícil será perdonar a Silvio Rodríguez, ahora que es tan liberal, aunque quite la “r”, por los muertos de la felicidad de no sé quién que aún seguimos poniendo los cubanos. ¡Y los que faltan para de todos modos seguir con la infelicidad! No quiero ser bailarín de su fiesta. Si de quitar la letra “r” se trata, prefiero la evolución con gozadera y rock and roll de David Blanco (no importa si lo llevan a la Tribuna) antes que otra cita con ángeles caídos.

Cada cual se parapeta como puede. Los Jefes en sus mansiones, igual que si estuvieran en las lomas de Mayarí, pero con aire acondicionado. Los demás tras una botella de alcohol, al pie del santo que perdió el aché, en la iglesia domadora del reverendísimo Raúl Suárez, abrazado a una prostituta o bajo la gorra azul del equipo de béisbol Industriales. ¡Qué clase de play off con árbitros trocados, chusmería a granel y tonfazos! ¡Industriales campeón! ¿Y?

Conozco casos que  dan más pena. ¡Pobres los artistas y escritores jóvenes de la Asociación Hermanos Saíz, tan mansos, que tienen quien escriba porquerías por ellos sin pedirles su opinión!

Pero, ¿qué le vamos a hacer? De tantas morales que fingimos, acabamos sin ninguna. Y de veras que deprime y asquea. Pero aunque reventemos de ganas, no hay que morirse. Al menos, todavía no. ¡Venga, a parapetarnos todos! Si va a llover, que llueva. Y perdóname otro préstamo, Silvio: “Que cuando escampe aparezca nuestra esperanza”.




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