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Recuerdos de la Primavera Negra

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Son muchos los hechos que retornan a mi mente con motivo del séptimo aniversario de la Primavera Negra de 2003. Varios relacionados con la estancia  en las horribles mazmorras de la policía política en Villa Maristas; sus pequeñas celdas tapiadas compartidas con presos comunes, espacios que no permiten moverse a dos personas a la vez, con un hueco para hacer las necesidades fisiológicas y la luz encendida las 24 horas; un número para llamarnos y conducirnos a los repetidos interrogatorios, casi siempre de madrugada.

En esas duras condiciones hubo momentos de aliento y esperanza. Recuerdo una noticia que me  estimuló enormemente. Se produjo cuando mi esposa, Miriam Leiva, en una de las breves visitas permitidas –con la obligada presencia de varios agentes de la policía política-, al abrazarme me susurró al oído que había reclamos y un llamamiento muy fuerte a favor de nuestra libertad por parte de artistas e intelectuales extranjeros y cubanos residentes en el exterior. 

Recuerdo que mencionó, entre otros, nombres que me llenaron de júbilo por la simpatía que siempre tuve hacia ellos: Ana Belén, Víctor Manuel, Pedro Almodóvar, Juan Echanove, Joan Manuel Serrat, Penélope Cruz, Gunter Grass, Joaquín Sabina, Fernando Sabater, Alejandro Sanz y, por qué no decirlo a pesar de su posterior cambio de actitud, José Saramago. Personalidades que en el pasado, al igual que nosotros, fueron hechizadas por un proceso revolucionario que, pletórico de promesas, ha  resultado una colosal estafa.       

Aquella breve información reforzó mi convicción de la justeza de mi posición política, y que nuestros sufrimientos y los de nuestras familias nunca serían en vano. Días después, luego de haber sido condenados a penas que llegaron hasta 28 años en juicios sin garantías procesales, el 19 de abril nos montaron en un ómnibus para distribuirnos por las prisiones a lo largo del territorio nacional. Por primera vez nos encontrarnos la mayoría de los 75; ocasión que utilicé para comunicar a mis hermanos de causa el apoyo recibido de  personas tan admiradas.

En los rostros de todos a quienes comuniqué la noticia aprecié la alegría que les ocasionó.  Transcurridos 7 duros años, cuando aún 53 permanecen en las horrendas cárceles con muchas enfermedades, y 10 con licencia extrapenal podemos ser regresados a prisión, no  olvidamos el apoyo brindado por tantos artistas e intelectuales, así como de los compatriotas que, siguiendo las ideas de Jesús Díaz, desde la Asociación de Encuentro de la Cultura Cuba en Madrid, promovieron el llamamiento y confeccionaron un magnífico dossier de la represión de marzo de 2003, que incluye el documento de 26 intelectuales oficialistas cubanos, que de manera indecorosa la justificaron, incluido el fusilamiento de tres jóvenes negros, quienes cometieron el error de secuestrar un barco, sin que ocurrieran hechos de sangre.

Allí también pueden encontrarse infames declaraciones de algunos intelectuales y artistas extranjeros que, a coro con el régimen, trataron de exculparlo de los terribles sucesos de la Primavera Negra, con la coartada de la invasión a Irak ocurrida en esos días, como si sucesos  reprobables en un lugar pudieran servir de excusa para cometerlos en otro.

La actitud obsequiosa con el totalitarismo cubano de esos pocos intelectuales y artistas, algunos con indudables meritos profesionales, responde muchas veces a  compromisos con el pasado y a la falta de coraje para reconocer los errores cometidos y superarlos. Prefieren mantener su complicidad con la mentira; morir como vivieron, atados a fracasadas utopías y dogmas que la vida demostró hace tiempo son diabólicas invenciones dirigidas a satisfacer la enfermiza sed de poder de determinados “líderes”. 

Por supuesto, no todos los personajes que defendieron al régimen en aquella ocasión -y continúan haciéndolo- son verdaderos intelectuales y artistas. La abrumadora mayoría la constituyen personajes mediocres;  sujetos que de forma inmoral explotan un progresismo demagógico y populista al ritmo marcado desde Caracas y La Habana.

Ahora, cuando la opinión pública mundial masivamente se pronuncia a favor de la libertad inmediata e incondicional de los presos de conciencia y políticos pacíficos, la democracia y el respeto de los derechos humanos en Cuba, sensibilizada por la injusta y cruel muerte de Orlando Zapata Tamayo  y el posible fallecimiento de otros cubanos en huelga de hambre, debemos agradecer a quienes  actualmente, a través de los llamamientos Orlando Zapata Tamayo, Yo Acuso al Gobierno Cubano, y  CADAL, alzan sus voces; sin soslayar las muestras de solidaridad y decidido apoyo a nuestra lucha realizadas por nuestra comunidad y amigos en el exterior, en particular las marchas y actos públicos efectuados en Miami, Los Ángeles, New York y Madrid.

Asimismo, sería injusto olvidar a los políticos que en Europa,  América Latina y Norteamérica se pronuncian favorable y firmemente por el derecho del pueblo cubano a ser libre, como es el caso del Parlamento Europeo, los congresos y senados de México, Brasil y Chile, y personalidades del mundo entero, como Oscar Arias y los presidentes Barack Obama y Sebastián Piñera.

En contrapartida, el régimen, sin discurso creíble, recurre a difamaciones y tergiversación de la realidad. Si en 2003 pudieron obligar a un grupo de intelectuales y artistas oficiales a suscribir un  documento en apoyo a sus infames acciones, hoy sólo han podido lograr degradantes declaraciones de las sumisas Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Asociación Hermanos Sainz, sin firmas de apoyo, pero en el caso de la UNEAC, con el digno rechazo a esa maniobra de una de sus miembros, la escritora  Ena Lucía Portela, premio Juan Rulfo de Cuento 1999.  En adición, personalidades emblemáticas de la canción y poesía cubana, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, cada uno con su personal estilo, recientemente se pronunciaron por la urgencia de cambios en el país.   

Los sacrificios de tantos años de lucha pacífica contra el totalitarismo, por una Cuba democrática y con justicia social, donde sean respetados los derechos humanos, no han  sido en vano. Los albores de la libertad ya se avizoran.




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