Moisés Leonardo Rodríguez
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - Durante 20 años en la oposición, he conocido a opositores que se han asustado ante la presencia de agentes de la Seguridad del Estado. Lo que nunca pude imaginar es que uno de estos agentes se asustara, hasta el punto de perder la compostura, al ver a dos opositores en la planta baja de su residencia.
Juan Antonio Madrazo y Leonardo Calvo, activistas de derechos civiles por la igualdad racial en Cuba, se encontraron hace unos días en un punto del Vedado, con el propósito de asistir a un evento oficial sobre el racismo en Cuba. Como Leonardo es diabético, lo asaltó de repente la necesidad de comer algo, y atravesaron la calle rumbo a una heladería cercana.
La sorpresa fue grande cuando, al llegar al mostrador para comprar helados, un agente de la policía política les gritó: “Así que vigilándome. Ya saben que vivo en el tercer piso de este edificio con mi mujer y mi hija. Gusanos, traidores”. A lo que siguió una sarta de ofensas y amenazas.
Los activistas, ambos de la raza negra, se retiraron sin pronunciar palabra y regresaron a la parada de ómnibus, mientras el agente subía hasta su apartamento para tomar un bate de béisbol y pedir apoyo a dos viejos comunistas que lo acompañarían a repudiar a los gusanos que supuestamente le vigilaban.
Bate en mano, el agente y sus compinches de causa la emprendieron contra los opositores a amenaza limpia. Los ciudadanos que esperaban en la parada de ómnibus no apoyaron al asustado agente y sus secuaces, que gritaban como dos endemoniados. Dos policías se acercaron al lugar, dándole la razón a los opositores, y ordenando al asustado agente que soltara el bate, y a los tres que dejaran de vociferar. Todos fueron conducidos a la estación, donde un oficial de Seguridad del Estado se entrevistó con Calvo y Madrazo. “Sabemos que hay un gran descontento popular, pero esto lo tomamos con las armas en la mano, y solo así podrán tomarlo ustedes” les dijo.
Las palabras del oficial fueron la clave que ayudó a comprender a Calvo y Madrazo el susto del agente de la policía política.
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