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El anti norteamericanismo
no pierde oportunidades 

Miguel Saludes  

MIAMI, Florida, enero, www.cubanet.org -Una presentación circulada entre amigos mediante correos electrónicos, se refiere al fenómeno de aversión que Estados Unidos provoca en algunos. Una de las anécdotas del material versa sobre las críticas que despertó el envío de un portaviones atómico norteamericano a Indonesia, cuando ocurrió el tsunami del 2006. La controversial presencia del buque de guerra en una situación de catástrofe se argumenta por las características de esta embarcación. Su capacidad de generar electricidad con autonomía, poseer instalaciones médicas avanzadas, servir como aeropuerto de emergencia, así como su sofisticado sistema de comunicaciones y hasta la posibilidad de producir agua potable a partir del agua salada, resultan explicaciones irrebatibles.  





El episodio particular sobre Indonesia pudiera tener como fuente la ficción, pero los hechos actuales demuestran una realidad. Precisamente en estos días otro portaviones de esa nacionalidad, el USS Vinson, abrió sus salones de cirugía frente a las costas haitianas para recibir a las víctimas de otro cataclismo.  

El sentimiento anti norteamericano que prima en ciertos círculos no es un mito. Florece incluso en medio de tragedias como las que vive Haití. Los abanderados de esa posición no vacilan ante la desolación del cuadro para levantar campañas contra Estados Unidos.  

Declaraciones absurdas, acusaciones de pésima factura y reportajes que estimulan el resentimiento contra Norteamérica, parecen ser un asunto prioritario para una amplia gama de acusadores donde coinciden aliados capitalistas y furibundos anti imperialistas. Es el caso del secretario de cooperación de Francia, Alain Joyandet quien pidió a la ONU precisara el papel de Estados Unidos en Haití, dejando caer la carta de la “ocupación norteamericana”.  

La prensa cubana reprodujo un reportaje de AFP, al que adornó con el titular “Estados Unidos en Haití: una ayuda que asusta”. La crónica enfoca la entrada de efectivos militares estadounidenses en las ruinas del palacio de gobierno en Puerto Príncipe y el control que ejercen esas tropas en el aeropuerto de la ciudad.  

No es el único punto de vista publicado en AFP, donde aparecen otros artículos con una visión más positiva sobre la asistencia norteamericana y la apreciación que sobre ella tienen los haitianos. Claro que titulares como Tropas de EEUU desembarcan en Haití para asegurar operaciones humanitarias o En Haití las tropas estadounidenses desembarcan como amigos, no sirven al propósito que busca la prensa oficialista cubana.  
Mientras el escrito de Juventud Rebelde pone de manera íntegra los comentarios que fustigan la operación militar de los norteños, omite las opiniones de los que simpatizan con ella, que incluye el original. Así los cubanos en la isla pudieron leer la valoración hechas por Feodor Desanges o un tal Antoine, quienes catalogan a los americanos de invasores. Pero desconocen voces favorables a la misión estadounidense. "Creo que Estados Unidos sí tiene voluntad de ayudarnos y podremos trabajar juntos en levantar de nuevo el país”, dice el profesor Herold Line. Otro haitiano nombrado Davilmar Jonas subraya que “… no es un problema si los estadounidenses toman el palacio presidencial si de verdad luego comienzan a extenderse por la ciudad.”

El grupo vocinglero anti yanqui es encabezado ahora por Hugo Chávez, quien citando cierto informe de la Flota Rusa del Norte, lanzó una fuerte acusación contra Estados Unidos. Según la versión del mandatario venezolano, el terremoto fue resultado de una prueba secreta de Washington para ocupar Haití. El proyecto está dirigido al derrocamiento del régimen iraní mediante la inducción de fenómenos telúricos.

Al corrillo se unió Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, para denunciar que Estados Unidos quiere instalarse en Haití, aprovechando la tragedia. A Ortega parece preocuparle más la presencia de la 82 División en la isla, que las realidades que la motivaron. Por su parte la Coalición de Izquierda Unida de España demandó “respeto a la soberanía de Haití”, alertando sobre lo que llamó actitudes prepotentes. ¿Se referiría acaso a la estrenada fundación Clinton-Bush dirigida a reconstruir el país caribeño?  

Lo que no dicen los anti norteamericanos es que el aeropuerto de la capital haitiana pudo recibir socorros inmediatos gracias al esfuerzo de los “ocupantes”, que montaron una torre de control emergente para organizar el tráfico de los aviones. Omiten decir que Estados Unidos decidió tomar el dominio de la situación ante la ausencia de autoridad local, y que a la vez se negó a desempeñar el papel de policías que muchos le exigían. 

No hablan del tenaz trabajo de los especialistas de la marina norteamericana para recuperar las instalaciones del puerto, vital para poder facilitar el acceso de una ayuda mayor. Los ofrecimientos petroleros de Chávez al pueblo haitiano serían de poco efecto si no existen condiciones para descargar el combustible donado.  

Mucho menos se valoran medidas tomadas desde Estados Unidos, no solo para auxiliar con medios humanitarios, sino para procurar que se regule la situación de aquellos haitianos que viven de manera ilegal en su territorio, donde existe la mayor presencia haitiana fuera de su país. A esto se suman programas emitidos para recepcionar miles de niños huérfanos.  

Nada de lo anterior interesa a los que propagan la mala imagen de Estados Unidos. Un país grande, con defectos y virtudes, admirado por unos y odiado por otros. Sus valores democráticos han cambiado la visión política de la humanidad al punto de influir en la historia de innumerables pueblos. Ocurrió con los librepensadores de América, Cuba incluida, en la Francia republicana, Rusia zarista y en la Europa subyugada por las dos peores dictaduras del siglo pasado. La misma Constitución de Haití fue redactada a partir de un borrador enviado por Alexander Hamilton.  

El talento y la grandeza suponen reconocimientos. Pero también atraen la inquina y la envidia que su liderazgo suele producir. Para bien de muchos en este planeta, Estados Unidos aceptó el reto que ello representa. 




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