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Todo el mundo pinta y escribe

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - El llamado Período Especial del gobierno castrista, que comenzó con el desplome de la URSS, aunque nada se ha resuelto para mejorar la calidad de vida del pueblo cubano, ha resultado pródigo en el desarrollo que ha tomado el arte en nuestro país.

Ciertos líderes políticos caídos en desgracia, generales retirados o consagrados actores de cine y televisión comenzaron a pintar o a escribir, para sorpresa de muchos.

Ante este hecho algo novedoso, cualquiera se pregunta: ¿Es que realmente encontraron al fin su verdadera vocación? ¿Es que, en el caso de los que pintan, utilizan sus famosos nombres para obtener moneda dura, mientras escapan por una puerta del arte que no obliga a sumergirse en la realidad del país, como por ejemplo la literatura y el cine?

En la medida que escasea todo, desde el jabón hasta el boniato y la leche, estos diferentes personajes de nuestra sociedad, jamás antes vinculados al mundo pictórico o literario, hoy surgen como por arte de magia, aunque al poco tiempo sus exposiciones pasen al olvido y sus libros duerman el sueño eterno en los estantes de las librerías.

Como aún tengo buena memoria, ahora recuerdo a uno de nuestros mejores pintores de las décadas de los años sesenta y setenta, José Cid, quien con excelentes miniaturas de ciudades logró tanta fama que venían personas de muchos países en busca de sus pinturas.

La venta de aquellas maravillas hechas sobre papel era irrisoria. Apenas servía a Cid para alimentar a su numerosa familia: esposa, varios hijos y nietos. Por esta razón Cid fue reprimido por la policía política, se le prohibió vender sus cuadros y fue separado en 1977 de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba -UNEAC-, como escritor. Como castigo, su novela El pasajero, editada por esa institución, fue recogida y convertida en pulpa.

Pero hoy, con el Período Especial, todo el mundo pinta y escribe. Han cambiado los tiempos. Respecto a las artes plásticas, se trata del bandazo más radical que ha dado el régimen con relación a su política cultural, convirtiendo a la pintura de brocha fina en un gigantesco comercio privado.

Hasta en Miami se han expuesto y vendido pinturas del ex canciller Roberto Robaina, quien comenzó a pintar después de ser expulsado deshonrosamente del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Carlos Aldana, el duro jefe ideólogo del Partido Comunista de Cuba, ya purgado, se presentó como poeta, y Patricio de la Guardia, condenado a 30 años de prisión, hoy en su casa, ha comenzado también a pintar.

Otros, como Jorge Perugorría y Alberto Pujol, destacados actores de cine televisión, han tenido mejor suerte.

En diciembre pasado el actor Alberto Pujol expuso por primera vez sus pinturas en la Casa Guayasamín, del Centro Histórico de la capital, donde expresó que su obra es un grito habanero, porque algo ensombrece a la capital.

Dicen los que la vieron que en ningún momento se ve en sus cuadros a una Habana a oscuras y mucho menos en ruinas.




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