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La crisis del deporte cubano

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Las promesas de reformas estructurales y de concepto no se concretan, pero el declive integral de la sociedad cubana continúa, sin excluir las esferas que durante años fueron vitrinas de los “éxitos socialistas”, como la salud pública, la educación, la seguridad social y el deporte.  

Los signos de decadencia deportiva son múltiples desde hace años. Solamente hay que observar que en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos, Olímpicos y eventos mundiales, la cosecha de preseas disminuye drásticamente. 

En la Olimpiada de Beijing de 2008, sólo se obtuvieron 2 medallas de oro frente a 9 en Atenas en 2004. A esto se une el constante éxodo de deportistas que, sabiéndose talentosos, han decidido abandonar el país en busca de desarrollo, mejorar su nivel de vida y asegurar un futuro digno después del retiro, en una actividad de corta duración en el ciclo de vida de un ser humano.

En 2009, a pesar de la estrecha vigilancia de Seguridad del Estado, las fugas constituyeron un record. En beisbol 12 estrellas escaparon, mientras que también lo hicieron decenas de boxeadores, ciclistas y jugadores de baloncesto.

Entrenadores y otros técnicos deportivos siguieron ese camino. Al drenaje de la élite del deporte nacional hay que añadir que cientos de especialistas son enviados al exterior para captar divisas, ya que la nación carece de productos exportables.

A esto se suma que los atletas y entrenadores que permanecen en Cuba tienen que desempeñarse en condiciones difíciles, sin los recursos elementales y en instalaciones en muchos casos semidestruidas, que en ocasiones se han desplomado, como el Centro Polideportivo Aurelio Janet, de Matanzas, por suerte, sin causar pérdidas de vidas humanas.

La situación de abandono y falta de mantenimiento de las instalaciones es tan grave que hasta comentaristas deportivos oficiales, como Julia Osendi, han denunciado en documentales y la televisión el desastroso estado de campos deportivos, piscinas, y otros.

La continuada decadencia parece que no tendrá fin. El sitio web oficial Cubadebate, donde Fidel Castro publica sus Reflexiones, en noviembre pasado reconoció que no existen recursos para reparar las instalaciones básicas del deporte cubano en estado deplorable; algunas incluso cerradas por el grado de deterioro. 

En el artículo se cita el centro de alto rendimiento Cerro Pelado, el estadio Latinoamericano, por carecer de alumbrado, y la sala polivalente Ramón Fonst, y se señala que el sistema de aire acondicionado de la Ciudad Deportiva ya colapsó y se necesita 1,2 millón de dólares para echarlo a andar. Agrega que “éstos son algunos ejemplos llamativos de una pequeña parte de las necesidades que tienen hoy los deportes en todos los niveles”.

Al mismo tiempo, la difícil situación económica ha provocado que los juegos de beisbol del campeonato nacional se realicen durante el día por falta de electricidad, con excepción de un juego nocturno diario a nivel de todos los encuentros del país para televisar. En esas condiciones, el entrenamiento indispensable se hace muy difícil, lo cual ha redundado en que el descenso de la calidad de este campeonato, así como la ausencia de fanáticos por realizarse en horas laborables.

Como puede apreciarse, los atletas y entrenadores que permanecen en el país,  tienen que hacer un esfuerzo extraordinario para practicar sus especialidades, en un ambiente absolutamente hostil que sigue degradándose. 

Lamentablemente, el gobierno, en lugar de adoptar posiciones más flexibles que les permitan contratarse en el exterior y regresar a su Patria con las ganancias obtenidas gracias a sus arduos esfuerzos y talento, calumnia a los jóvenes  que obliga a  marcharse clandestinamente, y los acusa de renegados. 

Ese proceder es contradictorio, ya que a los artistas en general se les permite viajar al exterior, fijar prolongada residencia fuera, contratarse a su voluntad y traer sus ganancias, todo lo cual es derecho de ellos, pero al no autorizarse a otros, como los deportistas, se mantiene un injusto doble rasero.

El deporte, que tanta gloria ha brindado,  como toda la sociedad, sucumbe ante una crisis estructural que  amenaza hasta las bases de la soberanía e identidad nacionales.




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