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No hay sorpresas ni silencios sobre
el drama haitiano 

Miguel Saludes 

MIAMI, Florida, enero, www.cubanet.org -La tragedia de muerte en la que vive sumido el pueblo haitiano desde el pasado 12 de enero conmueve al mundo. La crudeza de las imágenes continúa llegando a millones de hogares en todo el planeta, con escenas dantescas de horror. Calamidades de envergadura han sacudido a diferentes ciudades del planeta, provocando víctimas fatales. En unos casos más numerosas que en otros. Pero pocas veces se había visto de manera tan cruda esa realidad. El viernes pasado las noticias cubrían el momento en que camiones de volteo echaban montones de cadáveres, en avanzado estado de putrefacción y aún sin identificar, en fosas comunes abiertas de manera emergente. 

La comunidad internacional ha reaccionado con inmediatez, movilizando recursos hacia el país afectado por el terremoto. A lo que queda de Port au Prince llegan cuadrillas de socorristas con ayuda y lo que es más importante, portando esperanza.  

Contrario a lo que afirma Fidel Castro en una reflexión publicada a raíz del terremoto, no se ignoraba el riesgo que corría Haití. Según fuentes científicas publicadas recientemente, desde hace poco más de cuarenta años se había alertado del peligro que corría la isla caribeña y en especial su capital. La alerta más reciente dada a conocer en el 2006 pronosticaba incluso la magnitud del sismo en 7,2. Casi la misma que destruyó la ciudad a mediados de enero.

También de inexacta es la apreciación del Comandante cuando afirma que nadie ha pronunciado en esta hora, una palabra acerca de la otra cara de la tragedia que vive el pueblo haitiano. El General retirado Colin Powell, al referirse al tema, dijo que Haití ha sido olvidado durante 200 años por el mundo. Y su criterio no ha sido una excepción.

Sucedió  que a Pat Robertson, polémico pastor protestante norteamericano, le dio por opinar de manera poco cristiana acerca del doloroso acontecimiento, cargando este con tintes de castigo divino por un supuesto pacto entre los libertadores de esa nación y el Príncipe del Mal. El clérigo se refería a la ceremonia oficiada por un sacerdote africano el 14 de agosto de 1769 en Bois-Cayman, considerada como el punto de partida de la Revolución Haitiana.

La televisora Mega 22 de Miami planteó un debate sobre estas declaraciones. En el espacio participaron dos cubanos que estuvieron relacionados con el programa de cooperación del gobierno castrista con la vecina isla. Los testimonios de dos exiliados, Alexis Ardiles, periodista y director del programa María Elvira Live y el médico Joel de la Torre, dejaron una profunda huella en la noche del 16 de enero a quienes vieron la presentación.  

Los detalles grotescos, pero desgraciadamente verídicos, no podían ser más ilustrativos de la realidad. Niños con la boca manchada de carbón con el alivian su hambre. Una ciudad donde la única porción iluminada a tiempo completo se poblaba durante las noches de jóvenes, que acudían allí no a bailar o escuchar música, sino para estudiar.

Gente pobre que en agradecimiento dan al recién nacido el nombre del médico que les trajo a la vida y que posiblemente mañana se convierta en su sepulturero, brindando además el patio de la consulta como cementerio y el ataúd -alguna cajita vacía donde recibiera algo desde Cuba- para enterrarle. El hambre en su magnitud catastrófica, esa que a veces nos llena de rubor cuando alguien se queja de la suya, casi nada si se compara con aquella otra, o cuando vemos echar a la basura toneladas de comida.  

En la edición de María Elvira del martes 16 se dijo eso y algo más. Se reconoció que el mayor contingente de médicos que presta servicios fuera de Cuba, lo hace en Haití, cubriendo lugares donde ni los mismos facultativos de ese país, tal vez graduados en la Mayor de las Antillas, quieran trabajar.  

Contó  Ardiles en una de sus anécdotas la reacción de muchos de los integrantes de las brigadas médicas cubanas cuando llegan a suelo haitiano. Al chocar con aquella miseria varios de ellos le pidieron hacer llegar sus impresiones a la Isla. El hecho de que algunos hayan enviado un mensaje haciendo votos por la salud de Fidel puede haber causado fuerte impacto en la tele audiencia de Miami. Desdichadamente el encuentro con la miseria desnuda hace olvidar conceptos tan importantes como la libertad o la democracia.  

Pero no solo de esto se habla en la prensa norteamericana en estos días. La decisión de condonar la deuda externa que tiene Haití con Francia, recibió fuertes críticas por parte de varios analistas, que catalogan el gesto de ironía. Se refieren al equivalente de 1200 millones de euros recibidos por el país galo entre 1804 y 1947 procedentes de una deuda más antigua e injusta, producto de la exigencia hecha a los haitianos en 1814 de un pago de 150 millones de francos para compensar las pérdidas que significó a la metrópoli la independencia de su colonia. Los 58 millones solicitados como perdón de la actual deuda son comparados con la gabela fruto del pago efectuado por Haití para su libertad, cifra que se calcula en 21 685 millones de dólares.  

Ahora que muchos se preguntan sobre la veracidad de las profecías mayas para el 2012, el cataclismo haitiano - el natural y peor aún el social que se agudiza- hace que la señal de los tiempos se vea con mayor claridad. Esta no nos remite a un final apocalíptico, como algunos predicen, sino a la necesidad del cambio que la Humanidad necesita urgentemente. Una transformación socio cultural y económica que supere las propuestas de los sistemas hasta hoy conocidos, más allá de las fórmulas capitalistas vigentes, pero también lejos de las quimeras azarosas que prometen mesianismos fanáticos y socialismos autoritarios.




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