Laritza Diversent

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Teresa Navarro me escribió desde Costa Rica para contarme que los emigrantes de su país, se ganan la vida en los Estados Unidos pintando y lavando trastes; porque cuanto más llegaron a la mitad de la enseñanza secundaria. Por el contrario, dice que “los cubanos que se van de la isla a hablar mal de Fidel al resto de mundo, salen a delinquir y traficar drogas, teniendo títulos”. 

No me extraña que los latinoamericanos piensen así de los cubanos. Aunque no me parece justo, los entiendo. La mayoría pobres,  sin recursos y casi sin educación, salen en busca del sueño americano. Sortean todo tipo de obstáculos, incluso arriesgan la vida, para cruzar ilegalmente la frontera.  En no pocos casos, son víctimas del tráfico de personas. Cuando son atrapados por las autoridades norteamericanas, son deportados a sus respectivos países. 

Situación diferente es la de los cubanos que emigran hacia los Estados Unidos, pues salen de Cuba, en su mayoría, con títulos que les permiten obtener buenos empleos. Muchos opinan que es gracias a que el gobierno, o mejor dicho Fidel, se preocupan por garantizar a todos educación gratuita. Si cruzan la frontera, ya en suelo norteamericano, son bien recibidos aunque entren de forma ilegal, gracias a la Ley de Ajuste Cubano.

Visto desde afuera, pudiera parecer un privilegio, y el uso del término malagradecidos, justificado. Es que cuando se dice la palabra Cuba se hacen presunciones: “los cubanos  tienen lo que otros pueblos añoran: salud y educación gratuita”. Sin embargo, eso no es suficiente para decir que la isla es un Edén.

En algo se equivoca la señora costarricense. Criticar la realidad cubana no es hablar mal de Fidel. Cuba es de todos los cubanos. Segundo, no se deben echar justos y pecadores en el mismos saco. El emigrante cubano huye igualmente de la pobreza, la persecución y el exceso de prohibiciones; pero también es el único en el mundo que, al emigrar, pierde todos los derechos en su tierra natal. Los extranjeros antes de juzgar debieran preguntar: ¿Por qué emigran los cubanos?

Cuba está lejos de ser el paraíso que otros imaginan. Sí, la educación es gratuita y accesible a todos. ¿Pero tiene algún sentido estudiar y convertirse en un profesional, en un país donde el que recoge la basura o el custodio de un hotel son mejor remunerados que un médico?

Teresa me cuenta que quiso ser abogada, pero desde los 13 años tuvo que trabajar. Según ella, perdió sus objetivos. A los 19 se casó y tuvo cinco hijos nacidos en la pobreza. Vive en un rancho sin puerta, pisos, ventanas, divisiones y sin cielo raso. Me explica que ella no es la única que vive en esas condiciones.

La señora Navarro tiene 52 años, no estudió, y sin embargo, tuvo la oportunidad de convertirse en una empresaria independiente. Maneja un pequeño negocio de ventas de suplementos de salud por redes de mercadeo, a través de la compañía 4Life.

¿Sabe cuántos cubanos son multados a diarios por hacer negocios? No hablo de dirigir empresas. Me refiero al hecho de vender pastelitos en una esquina, de pregonar una ristra de ajo o cebolla en la calle. ¿Acaso no sabe que el gobierno cubano prohíbe cualquier actividad económica individual? Se asombraría si le dijera que las sanciones van desde una multa de mil 500 pesos, suma equivalente al salario básico de un obrero en un semestre, hasta la pérdida todos los bienes ¿Es eso culpa del bloqueo norteamericano?