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Los guapos de Yateras

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - En la prisión provincial  Combinado de Guantánamo, se encuentra un individuo apodado Rojitas, condenado a muerte.

Está  acusado de matar a un policía en una fiesta popular efectuada en el poblado de Yateras, pero jura todos los días que no tuvo nada que ver con los hechos que se le imputan.

El municipio guantanamero Yateras acababa de cumplir su plan anual de recogida de café y la Casa de Cultura municipal  contrató a la orquesta Rítmicos de Palma  para que amenizara los festejos. La bebida era muy poca para la cantidad de guajiros que llegaron de todas partes desde temprano. Venían de Bernardo de Yateras, Madre Vieja, El Purial, Bayate, La Guanábana, Majimiana, Palizada, incluso hasta de Sagua de Tánamo y Moa, pues las fiestas de Yateras son famosas desde tiempos inmemoriales.

La escasez de bebidas alcohólicas dejó el terreno listo a los especuladores, que con un serpentín a vapor comenzaron a fabricar calambuco, bebida destilada a partir del alcohol que se vende a la población para encender las cocinas de keroseno. Mientras la fogata cogía su punto, un jodedor dejó caer dentro del calambuco varias hojas de clarín, un alucinógeno de gran poder  utilizado por los viciosos para enajenarse, y vendieron las botellas a veinte pesos.

Cuando la orquesta Rítmicos de Palma dio inicio a los festejos, al atardecer con su pieza más popular, La fiesta se revolvió, aquello pareció un llamado a la barbarie, y se armó una reyerta  de proporciones descomunales. Las botellas volaban como proyectiles, se propinaban patadas y trompones a diestra y siniestra, algunos guajiros fuera de sí montaron sus caballos y arremetían a la muchedumbre como en una carga al machete. Algunas parejas, ajenas a la trifulca hacían el amor a la vista pública. La orquesta dejó de tocar y se refugió tras la tarima, pues sobre los músicos llovían también todo tipo de objetos.

Un policía hizo varios disparos al aire para llamar al orden. Se hizo silencio durante  unos  segundos, y los embriagados con calambuco cayeron sobre el agente  y lo despedazaron.

Cuando llegó la brigada especial de la policía a la zona del conflicto todo había acabado. Recogieron el cadáver y a los heridos que encontraron. Durante los interrogatorios todos dieron la misma versión de los hechos: aquel guajiro bonachón y vanguardia nacional del café apodado Rojitas, era el único autor de los hechos.

La orquesta Rítmicos de Palma estaba de  gira por las provincias occidentales, pero su representante asistió al juicio para declarar. Dijo haber sido testigo  presencial de una riña, como jamás vio en ninguno de los bailables que armonizó su orquesta en dos décadas y media de existencia. Que aquel  era un pueblo extraño, terrible, aunque  detrás de  la tarima no se podía ver lo que sucedió en realidad con el policía; la orquesta nunca aceptaría un contrato en Yateras, aunque le asegurasen la protección de las fuerzas armadas.




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