IMPRIMIR
Nanín y La Condesa

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Julián Fuentes, alias “Nanín Verbena”, fue un español que vivió durante diez años en Cuba y llegó a amar esta isla  más que a su patria.

Empresario por naturaleza, quiso invertir en los negocios del jamón, cuando el periodo especial dio un respiro a las firmas extranjeras, y numerosos accionistas apostaron por las posibilidades virginales de la economía socialista.

Uno de ellos fue Nanín, apodado desde muy joven Verbena, por su inclinación al jolgorio y su estupenda cultura etílica. Mientras esperaba que el gobierno cubano le aprobara su fábrica de jamones a la que había dedicado su fortuna, conoció varias mujeres cubanas con las que estuvo ligado en trances amorosos.

Como, además de empresario, juerguista, borrachín y encantador de hembras, el español era tenor lírico, entre sus cariños se contaron varias estrellas del espectáculo musical, el teatro, la televisión y el cine. Siempre salía airoso con sus concubinas, que eran las que terminaban con el corazón partido, excepto La Condesa, que le partió el corazón a Nanín, el lomo, las patas, y lo montó en un avión de regreso a casa con los bolsillos vacíos.

Tras diez años de fiestas, en espera de que le autorizaran montar su fábrica de embutidos, se acabó en Cuba la promiscuidad de firmas comerciales, porque había aparecido un socio comercial patriótico y bondadoso llamado Venezuela, y un gigante amarillo con esplendidos contratos llamado China. Los extranjeros dejaron de interesarle a la Casa Comercial Cubana, y a Nanín no le reactivaron el contrato de trabajo que le permitiera permanecer en el país.

En las alcobas  de sus viejos amores esquivó a Emigración y Extranjería. De manera furtiva continuó visitando funcionarios, para ver si consideraban  que luego de tantos años de espera, merecía una excepción y autorizaban su fábrica, pero  se desgastó en atenciones y regalos sin conseguirlo. Finalmente le notificaron, por medio de otro español amigo suyo, que debía abandonar el país o lo apresarían. Entonces Nanín  comprendió su derrota, pero también su incapacidad para  regresar a España con las manos vacías. Vivió escondido en casa de Martha María, luego con Lourdes, Mercy, Blanquita, hasta que finalmente conoció a La Condesa, la cárcel de los extranjeros, en el municipio Plaza de la Revolución. Fue la experiencia más terrible de su vida.

Estuvo recluido en La Condesa veintiocho días, junto a mexicanos, peruanos, rumanos, checos, jamaicanos, griegos y turcos. Cuenta que el primer día tuvo que aplicarle una llave de judo a un colombiano preso por narcotráfico, que parecía el mandante del lugar, y  quiso quitarle la comida. Al  día  siguiente salvó la vida de  un argentino, que intentó suicidarse tras beberse un pomo de detergente líquido. Se convirtió rápidamente en líder de la prisión.

-Lo vivido en La Condesa va a servirme para escribir una novela. Tenía que pagar treinta dólares diarios por estar confinado en esa pocilga, algo realmente absurdo. La comida era pésima, casi nunca había agua. Si comí tres veces en todo ese tiempo fueron muchas. Bajé catorce libras. No había cometido ningún delito,  mi único crimen fue confiar en los funcionarios castristas y  esperar durante diez años a que cumplieran sus promesas.

Escribí una frase en la pared condenando al gobierno por mi negro futuro, y los acusé de etarras. Aquella frase casi me cuesta veinte años de presidio político. Le pregunté al oficial que atendía mi caso si en vez de machucarme y aplastarme, no era mejor que me dejaran en libertad para  poner mi fábrica, que ayudaría al desarrollo y el bienestar del país. Me contestó que para eso estaban los venezolanos y los chinos.

De La Condesa lo llevaron directamente al avión. Un oficial del Ministerio del Interior lo acompañó hasta la escalerilla y le deseó buen viaje. Antes de cerrarse la puerta del aparato  Nanín  lanzó al viento unos versos apasionados dedicados a Cuba, donde le acababan de cortar a la fuerza  sus  raíces, pero el ruido de las turbinas apagó el mensaje y una azafata terminó de meterlo dentro de la nave, con un gesto de falsa dulzura.

beilycorrea@yahho.es

 




http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.