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Trino 

Fabio Prieto Llorente, prisionero de conciencia   

PRISIÓN EL GUAYABO, ISLA DE LA JUVENTUD, Cuba - Trino Cedeño cumplió 74 años en diciembre. Cayó preso en 1959, a cinco meses de la llegada de Fidel Castro al poder. Cumplió 19 años y 7 meses de una condena a 20 por asesinato. Estuvo tres meses en la calle y regresó a presidio.  

La vez que más tiempo estuvo libre fue en 2009: seis meses. Un récord, según afirma. Le consideraron la libertad condicional unos días después de recibir un silletazo de un preso, sobrino del jefe de la prisión, mayor Julio Ondares.  

Los presos comentaron que le concedieron la libertad a Cedeño para que no acusara al agresor. Sufrió  una herida de varios puntos y le partieron un dedo. Obtuvo su libertad en abril del año 2009. Cumplía otra causa por asesinato.  

Al ser liberado el anciano habló con un mayor del Ministerio del Interior en Isla de la Juventud para que lo devolviera a la prisión porque no tenía casa ni familia. El mayor le respondió: “En la calle, hasta debajo de un puente, estarás mejor que preso”.
 
Trino contaba con tres cajas de cigarros como único capital. Se las vendió a un merolico en 18 pesos. El hombre le pidió de favor que le cuidara las mercancía, para ir a orinar y Trino le robo unos discos y los vendió en 200 pesos. “Yo sí no me muero de hambre, aquí como mal porque es obligado, pero en la calle me busco los pesos”, afirmó quién tuvo que pernoctar en domicilios de ex reclusos o donde lo cogiera la noche, hasta que una fiscal le gestionó el ingreso en el asilo de ancianos del poblado Santa Fe. Sólo tuvo que esperar a que se desocupara una cama. 

Interno al fin y sin ningún pago de la Seguridad Social, el anciano empezó a vender productos del agro ilegalmente y a practicar el "sálvese quien pueda" de la prisión con sus compañeros de asilo. “La comida era poca”, dice. Los ancianos le daban, por ejemplo, 20 pesos, y Trino les compraba unas croquetas y se embolsillaba el resto. Como sus víctimas no reclamaban, pensaba que, además de impedidos físicos, eran bobos. 

Durante su estancia en el asilo se presentaron ante él varias trabajadoras sociales y periodistas interesados en que Trino elogiara su reinserción social. Entre otras preguntas quisieron saber qué haría el anciano si los americanos invadían Cuba. “Cojo un fusil y los mato a todos”, respondió.  

El régimen continúa explotando una hipotética intervención militar de EEUU, en momentos en que el presidente Barak Obama desea lanzar una invasión de turistas hacia la mayor de las Antillas. 

La estancia de Trino en el asilo terminó. El 23 de octubre pasado al anciano lo despertó abruptamente el jefe de sector policial diciéndole: “Mañana mismo te me vas de aquí”.  

Esa fue su última noche de asilo, la siguiente durmió en los calabozos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Ahora Trino dice: “No sé por qué estoy aquí, yo no robé, ni maté. No importa, ellos son los que mandan, me faltan 5 años para cumplir mi condena”.

Miles de personas vegetan en las prisiones cubanas, con menos oportunidades de las que tuvo Trino.

 

 




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