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Se cierra el caracol

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - En la escuela primaria Arturo Montori, en la esquina de Línea y J, un palacete del Vedado convertido en centro escolar, existía en los sesenta una biblioteca escolar llamada Pedro Borrás.  Frente a sus  puertas de madera y cristal estaba la dirección. Un local pequeño con un único buró. El del director. Allí reinaba Orestes, un hombre alto, maduro y de suaves maneras que llegaba y partía en un Cadillac 58, convertible, blanco. 

Nadie recuerda que al joven Alejandro González Galiano, o Galiano como lo llamaban sus condiscípulos fuera llevado ante el notable en la habitación donde regia la máxima autoridad de la escuela. Se le evoca como un muchacho alegre, inteligente.

A los cincuenta años Alejandro, embajador del gobierno dictatorial cubano, luego de veinticinco años en el servicio exterior, fue llamado a la cancillería española para recibir las quejas por las violaciones del gobierno que representa. No dio excusas, insolente explicó que la medida se tomo en base a las disposiciones de soberanía nacional.

Luis Yañez, eurodiputado del grupo socialista, una persona importante en las relaciones entre España y América Latina, fue expulsado en el mismo avión que llegó a la isla, al amanecer del 4 de enero de 2010. No fue la primera vez. En  2008 tenía previsto participar en un encuentro con opositores en la isla y se le negó la visa.

Yañez es miembro de una familia sevillana de tendencia socialista, aliado cercano de Felipe González y Alfonso Guerra, especiales amigos de Fidel Castro; simpatizante de la oposición democrática y coincidente con la posición de Moratinos de levantar la posición común, su expulsión no se considera casual o libre interpretación de una visita. Es una decisión política de serias consecuencias en las relaciones de la dictadura con el mundo.

Obcecado como amante adultero, Moratinos considera que la expulsión de Yañez fue un error del gobierno militar, y trata de minimizar el hecho. Le mantiene el cheque en blanco a la autocracia criolla, dispuesta a no ceder un ápice ante la posibilidad de negociar la entrada a la modernidad.

La dinastía familiar demuestra a lo largo de medio siglo de uso y abuso del poder, que florece en la trinchera y la confrontación. Por lo que se puede interpretar, el incidente diplomático es otro paso calculado para enturbiar la relación, donde se incluyen las golpizas a los blogueros, los mítines de repudio a las damas de blanco, el mantenimiento de los presos políticos. Un rechazo a la negociación como forma de avanzar a nuevos escenarios. El mensaje es a Madrid, pero también a Washington.

La Habana trata de cerrar la puerta y tardíamente reimponer el concepto de plaza sitiada en los escenarios externos. Habrá que observar los escenarios internos en el transcurso del año que comienza.

aleagapesant@yahoo.es

 




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