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De la utopía y otros malos sueños

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – El escritor uruguayo Eduardo Geleano, escribió recientemente:  ¿Qué dudas cabe que Galeano, aunque no sea político o economista, es un gran escritor? La suya es una bonita y alentadora justificación para el dislate y los sueños (aunque sean malos sueños) en estos tiempos de crisis, confusión y desánimo. 

La defensa de Galeano de la utopía evoca mi niñez, cuando papá me enseñaba a nadar, siempre lejos de la orilla. Mientras más me esforzaba por alcanzarlo, más se alejaba él y sus largas brazadas me hacían rabiar de envidia. Y de miedo, cuando veía cómo se oscurecía el agua y casi se perdía de vista la costa. Con el viejo no quedaba más remedio que aprender. Soy buen nadador, pero pasé bastantes sustos. Es lo normal en esos casos. Funcionó el método. Sólo que es infinitamente más fácil aprender a nadar que  lograr la felicidad universal y la consecución de una sociedad que se parezca al paraíso. 

Lo que no logró mi viejo (siempre sentí pena por él) fue inculcarme su fe inquebrantable en el comunismo. Creo que es mejor que haya muerto antes del Período Especial y no haya tenido que presenciar tanto desastre y sufrir el naufragio de sus sueños. Prefiero que nunca haya tenido que darme la razón en cosa alguna, y menos en algo tan serio.  

Tal vez, tozudo como era, se aferraría a la idea que tanto machacan por estos días los medios oficiales de que aún es posible salvar la revolución y el socialismo. ¿Quién dijo que todo está perdido? Es un envidiable ejercicio de abstraerse en medio del desastre y mostrarse optimistas mientras la casa se cae a pedazos, nos morimos de hambre y todo sale absolutamente mal. Para ello, nada mejor que, mientras patinamos en las fórmulas que fallaron ayer, repetir los viejos mantras y cómo no, echar mano al cuento de la buena pipa de Eduardo Galeano y otros similares. 

Entonces, venga la utopía, que según el incorregible Galeano, sería  algo así como un andador que te entregan, convertidos en generosos fisioterapeutas, manual marxista mediante, los mismos tipos que a palos te fracturaron, por desobediente, la cadera, las piernas y varias costillas. Oportunamente, antes fueron sicólogos doctrinales que te sometieron a un largo período de rehabilitación político-ideológica. Ellos se encargaron de pensar y soñar por ti. Un buen día, cuando lo creyeron oportuno, te dijeron, como a Lázaro: “Levántate y anda”. ¿Qué importa si todos sabemos que no vamos a llegar a ningún lado, como no sea el punto de partida, en mucha peor forma y por el camino más largo?  

Pero bajo cualquier circunstancia, no puede desmayar la fe, que, ya se sabe, suele obrar milagros. Hay que soñar con el paraíso revolucionario y el socialismo del siglo XXI. Caminar al son del charango, la quena y la tambora. O de la conga atronadora del mitin de repudio.

 




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