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Tierra de avestruces

Odelin Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) -Un cliente jaranero que compraba en un contenedor habilitado para la venta de productos en moneda convertible, situado en la esquina de calzada de Managua y avenida de Las flores, municipio Arroyo Naranjo, en la capital, decía que “los avestruces empezaban a sacar el cuello del hoyo”. Lo que quería decir el señor era que mientras corríamos por el plátano para hacer tostones, el arroz, el cerdo, el turrón de alicante, las botellas de ron y sidra, no pensábamos en la factura que vendría tras la resaca, a comienzos de año. 

Para los cubanos se inicia un nuevo año, que en breve será tan viejo como el discurso oficial y la tradicional caravana de la victoria, que rememora la entrada en La Habana de Fidel el 8 de enero de 1959. Y como avestruz sin hoyo en la tierra, donde hoy crecen hermanados las palmas y el marabú, urge el comentario adicional sobre otros cuellos largos y desnudos al que el hoyo suele quedarles chiquito. 

El viernes pasado conversaba con un amigo al que no veía desde hace años. En medio del cuéntame tu vida, José Manuel se hizo eco de esa cartelera de disparates que cuelga de barrio en barrio y que anuncia dulces en casa de brujas. Según la chismografía, la moneda proyecto Sucre desplazará la doble moneda cubana. También se dice que el gobierno cambiará los almendrones (autos capitalistas fabricados antes de 1960) por autos chinos modernos, y que nadaremos en un mar de café y arroz vietnamita. 

Así comienza cada año en Cuba, entre proyectos incumplidos o por cumplir. Nos trazamos una meta a la que casi siempre, por razones de fuerza mayor, le perdemos el rastro y no queda más remedio que arrimarnos a la esperanza colectiva. Como la mayoría de los cubanos estamos constantemente tecleados por el poder estatal y judicial, nos sentimos prisioneros de un oportunismo de Estado que produce in vitro tantas ilusiones como avestruces de cautiverio.  

Por si fuera poco, los avestruces con pedigrí y cena de protocolo, esos a los que el confort de sus hoyos no les permite accionar el interruptor de las reformas sociales y políticas, ya designaron para los meses de abril y mayo la Comisión Electoral Nacional ¿Que será este ejercicio electoral, sino otra inconsulta popular que terminará con la elección de 609 avestruces, “representantes” de 11 millones de cubanos?

Todavía existen incrédulos como mi amigo José Manuel. Sostienen que la revolución tiene arreglo, claro, sin apresuramientos, como dijo Raúl Castro en su discurso del 20 de diciembre de 2009. No quieren saber que por ahora el futuro político del país no se va a decidir en las urnas, a no ser que levantemos a coro la cabeza de una vez y por todas. 
Puede que cambie la moneda, que venga el arroz vietnamita y que sea factible cambiar un Chevrolet de 1957 por un auto chino de cuatro puertas. Pero esas averiguaciones se la dejamos a los avestruces videntes, esos que en sus misas espirituales ven el fantasma “bloqueo”, las maniobras imperialistas y la necesidad de organizar bastiones para defendernos de la flota enemiga que nunca viene.  

Pese a que en enero volteamos la mirada y nos alarmamos por tanto derroche navideño, lo que resta de año será guardar la cabeza dentro del hoyo igual que el avestruz, para no ver la realidad tal y como es.





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